Razones para una re-construcción epistemológica desde la Estética como saber y sus desplazamientos actuales

A. Pino*, M. Sánchez,* N. Medero,* J. Ramón F.* y Y. Montaña*

(Grupo de Investigación sobre Estética, Cultura y Arte-GISECA)

Quiero por mi parte habituar al pueblo a que piense por si, y juzgue por sí y se desembarace de los aduladores que de él obtienen frutos…

José Martí

  La violación de las fronteras disciplinares en la construcción necesaria de un nuevo modelo del saber es ya un hecho en la existencia de conceptos que hoy son imposibles de delimitar en las fronteras de las ciencias o disciplinas tradicionales.

Para el proyecto de estudios sobre Estética (GISECA), es una afirmación de principio establecer coordenadas para repensar los discursos en torno a la Estética, la cultura y el arte. La complejidad de la socialidad estético-cultural actual y sus impactos nos han llevado a la reconfiguración del lugar desde donde mirar, lo que explica la prioridad que le otorgamos al discurso epistemológico. Es la interpretación del lugar como noción de construcción epistemológica, noción matriz que direcciona una mirada investigativa, teórica, a la que le es constitutiva una emergencia interpretativa metodológica al comprometerse con lo alternativo, lo emergente y el cambio progresivo en contra de cualesquiera sean las formas de dominación que un modelo impone para descalificar a otros. Esto ha significado ir construyendo una matriz epistémica para tal fin.

El proceso de estetización de la vida y la experiencia, signo esencial de la socialidad actual ha descentrado el objeto tradicional de la Estética, por lo que resulta imprescindible reconstruir críticamente aquel discurso univerzalizante, en clave euroccidental, purista y elitista, discriminatorio, para construir otro que pueda responder finalmente, preguntas sobre la condición de esteticidad de las relaciones y prácticas en la cotidianidad del existir. Esto fundamenta el hecho de este trabajo.

Hoy identificamos algunas estrategias que funcionan en el saber, las praxis y sus discursos, que amparan la visibilidad de las diferencias (feminismo, opciones sexuales, y otras). La inclusión como estrategia del modelo de desarrollo civilizatorio, una compleja condición de nuestra época que, paradójicamente, no puede considerarse desde criterios democratizadores, sino de mercado, con el subsiguiente desplazamiento de identidades mediante el consumo de masas (consumidores y conectados como condición de ciudadanía y soberanía). Así también, la colonialidad, como dominación encubierta de discursos y descalificación de saberes, lenguajes, imaginarios… que no se ajusten a los centros de poder, desde una dirección despolitizada.

Al colocar el mercado en el centro de la sociedad, le son imprescindibles, al modelo neoliberal, mecanismos sutiles de control que garanticen la ocupación de lugares significativos para su sostenimiento. Industrias que modelan los sentidos, valores, significados, representaciones, ideales, soportes de la maquinaria económica, que no sobreviven sin ellos, porque se constituyen en dispositivos de control mediante las estrategias del consumo.

La subjetividad humana impactada por las estrategias de usurpación a través de lo cultural-estetizado, deviene espacio central para entender las dinámicas sociales. De aquí lo inoperante de seguir considerándolo como meramente espiritual, superestructural, o forma de conciencia. La subjetividad de hombres y mujeres, modelado por las industrias de la subjetividad[1], es el lugar comprometido hoy en la estrategia económica, las maniobras políticas…, y consiguientemente, en cualquier búsqueda epistemológica que se pretenda actual.

Ni Nuestra América, ni Cuba, escapan a la transformación de la socialidad y los modos de explicarla. Mirar hoy desde la visibilización de las relaciones estetizadas a escala social general, constituye una vía necesaria y pertinente.

El contexto epistemológico de lo cultural en la sociedad actual.

“El hombre construye casilleros y busca meter la realidad dentro de ellos. Luego, provisto de las tijeras de la razón, procede a recortar las partes sobrantes… en homenaje al casillero”

Rabindranath Tagore

Hoy la ciencia está en función de dar respuestas inmediatas a imperativos económicos, no para satisfacción de necesidades existenciales, precisamente. Sus resultados son valiosos solo en tanto son fuente de enormes ingresos para la economía mundializada. De tal forma, la propia existencia y desarrollo del saber ha sufrido los signos de tal transformación como herramienta al servicio de un capital trasnacionalizado, con pretensiones de universalización de un modelo único de estudio, representación, simbolización y acciones estratégicas acordes para su sostenimiento y permanencia.

Este modelo del saber se encuentra caracterizado paradójicamente por la fragmentación y la homogenización que colocan a los investigadores en la encrucijada de sobrevivencia ante una academia ambigua, al final excluyente para los que intentan realizar otro tipo de discurso.

La fragmentación supone una forma aparentemente permisiva de los discursos que intentan visibilizar o legitimar la diferencia, pero su resultado ha sido provocar en el terreno de las praxis la incomprensión de objetivos y problemas comunes de solución en una totalidad diferenciada.

Por su parte, la homogenización tiene como fuente la asunción de la cultura de masas como herramienta para crear una aparente convivencia humana para todos, homogenizando las diferencias a través del consumo en el mercado. Se propone como única forma de libertad la del consumo, anclada en el deseo, la seducción y la espectacularidad; sus instrumentos constituyentes que transforman a los sujetos y su subjetividad.

Enajenación y fetichismo se manifiestan en dimensiones nuevas poco estudiadas en sus impactos para todas las regiones del mundo, grupos sociales y el individuo. Los sujetos sociales intentan, integrados o apocalípticos, enfrentar tal situación de la usurpación de su intimidad golpeada, llegando hasta la individualización extrema para sobrevivir sus impactos.

La revolución científico-técnica más radical de la historia cambia a cada instante las formas de comunicarnos, informarnos, sentir, simbolizar y gustar o no del mundo. La revolución de los medios especialmente, ha envejecido en décadas las formas tradicionales de la sociabilidad humana. Su impacto es generalizado, a pesar de la existencia planetaria de zonas oscuras, sujetos desconectados, y urgencias humanas que parecen pertenecer a edades primitivas de la humanidad pero que siguen existiendo como exclusiones invisibilizadas.

Ante estos y otros problemas, lo social impacta en la construcción del saber porque se ha hecho evidente que ningún desarrollo alcanzado es factible sin el hombre o sin que tribute de alguna forma a él. Otra concepción del saber conduce a su fracaso por desconocimiento. Una concepción del saber que base su desarrollo en un tributo al progreso económico, con ideales de que mayores riquezas alcanzadas son equivalentes a una cuota de felicidad mayor, ha conducido a la crisis ecológica sin resultados previsibles hasta hoy.

Debe considerarse también el hecho de la conversión del saber en mercancía, lo que ha determinando normas de exclusión para la participación de los investigadores y la redistribución injusta de los resultados alcanzados. Los retos para la construcción del saber y de su naturaleza no deben significar entender las Ciencias Sociales como estanco diverso, como ha sido infructuosamente interpretada hasta hoy, su pertinencia no significa una construcción del conocimiento por separado de las transformaciones que en el paradigma del saber han sido ya reconocidos.

Hoy el saber tiene que contestar a preguntas como las siguientes: ¿cómo impactar en la solución de los problemas sociales? ¿Qué sujetos investigadores ser? ¿Cómo percibir-explicar-entender el contexto, lo global, lo planetario, lo grupal, lo individual y sus relaciones? ¿Cómo articular esto con las construcciones epistemológicas? ¿Cuál historia es la que estudiamos y la que vivimos, como sujetos? ¿Cómo respetar la singularidad, la particularidad, la libertad?

Los siglos pasados impusieron normas para la construcción de la verdad, dejando al presente sus errores y aciertos. Conocerlos es una prioridad. Sus normativas permanecen aun hoy en las bases epistemológicas desde las cuales se asume el desarrollo del conocimiento. Por una parte, la apelación a la imparcialidad en la construcción de la verdad. El sujeto o el grupo de sujetos que investiga, deben hacer dejación de filiaciones políticas, ideológicas o creencias. La garantía de la objetividad y la construcción de leyes que expresan regularidades de necesidad solo son posibles en estas condiciones.

Hoy, se considera imprescindible la inclusión en el saber de lo que fuera asumido como demonizado o maldito; lo epistemológicamente condenado: la imaginación, la intuición, la fantasía… Una construcción a contracorriente de la racionalidad clásica, que entienda al sujeto en las responsabilidades de sus resultados, los problemas en sus condiciones históricas y los errores de las construcciones teóricas. El saber actual no puede adscribirse a la neutralidad y el objetivismo. La construcción científica debe considerarse un proceso intersubjetivo, holístico. Se necesitan estudios sobre la subjetividad: las percepciones, representaciones opiniones de los sujetos involucrados. El conocimiento es proceso de negociaciones con los actores sociales implicados.

“… el sujeto contemporáneo es homogéneo-dice Guattari- pero también plural, las subjetividades actuales son de calidad diferente, necesitan nuevas formas para su conocimiento. El conocimiento actual es producto de fragmentación descentramientos desmultiplicación de los antagonismos procesos de singularización. Reclaman transversalidad.[2]

La responsabilidad del científico está comprometida con la emancipación, lo que significa en el terreno de la construcción del saber la negación de la dependencia para tener capacidad de acción científica, para proponer una solución y visibilizar en la territorialidad, para la asunción crítica para transformar la concepción y asimilar las propuestas de cambio para la realización de las estrategias, reconociendo al otro, reconstruir y construir la subjetividad.

En este contexto epistemológico aparecen las polémicas sobre lo cultural, cuya primera versión reproduce la contienda de siglos sobre la existencia de dos formas de hacer ciencia, adoptando entonces la denominación de “dos culturas”.

Lo cultural irrumpe como signo en los problemas del saber entre el escepticismo y el apocalipsis que despiertan en los teóricos el impacto, maduro ya después de la Segunda Guerra Mundial, de la cultura de masas, la revolución de los medios y las industrias culturales. Sus impactos hacen considerar a los sujetos y sus relaciones de sociabilidad, sus formas de comunicación y simbolización, su identidad, la formación de su personalidad, las formas y modos de instruirlos para una economía transformada, sus gustos y preferencias, su individualización y su soledad, nuevas formas de participación y aislamiento, la reconfiguración del espacio público, la política y su ejercicio, la puesta en escena del mundo desde posturas hegemónicas extendiéndose el poder hacia la subjetividad y la intimidad.

La recepción de tales problemas fue ambivalente en sus inicios entre la apocalipsis y la integración, pasando más tarde al ejercicio crítico sobre el reconocimiento de un poder más allá de los conocidos en los discursos tradicionales, otras formas de enajenación y fetichismo, que impactaba la cotidianidad, y no solo los ámbitos habituales del ejercicio de democracias y trabajo.

Desde el proyecto, cuando determinamos que la cultura es un conjunto de relaciones de agenciamientos múltiples, que conforman la territorialidad donde existen los sujetos, señalábamos el hecho de que los cambios producidos planetariamente tenían contextualmente como soporte la transformación de la propia sociabilidad humana, ya sea por su inserción, por impacto o por la resistencia a ellos. Este impacto visibiliza, por una parte, el acto de criticar aquellas zonas de oscuridad con que la “iluminación moderna” diseñara su modelo de “civilización”: Negros, mujeres, homosexuales, enfermos, latinos, analfabetos… salen a la palestra desde los más diversos foros, por lo que la visibilidad es un problema de actualidad. Hacer visibles a los excluidos se constituye, prácticamente, en un primer acto de justicia.

Lo cultural en nuestros puntos de vistas teóricos se debate entre el cambio, desplazamiento, asunción del pensamiento planetario intentando resguardar su historia y su memoria, pero asumiendo el reto de una transformación radical que nos impacta de forma integral cambiando nuestras formas tradicionales de asumir la construcción y el cambio de nuestras sociedades, partiendo del hecho, las menos de las veces declarado, del impacto de un proceso de estetización basado en necesidades de cambio del mercado en sus peculiaridades de instauración actual que se extiende de manera global. Un proceso de estetización que hace mucho desbordó el discurso tradicional que acompañó a la Estética como saber y a la Teoría de la cultura tradicionalmente.

Ya casi nadie pone en dudas que vivimos en una sociedad estetizada. El proceso de estetización del mundo, reconocido por la teoría desde hace varias décadas ha significado el reconocimiento del lugar acrecentado de la variable estética en la vida cotidiana. Al mismo tiempo, ha evidenciado que esta forma de relación social no es inédita; forma parte del dominio humano del mundo, solo que ha permanecido inexplicablemente invisibilizada y poco estimada por la teoría. Para escudriñar un poco más en el legajo de las exclusiones y recuperar, al menos a nivel teórico, otra de las formas históricas con que la Modernidad expropió, desconoció, vilipendió… es necesario también desenmascarar la expropiación estética del hombre común lo cual permite resaltar el lugar que debe ocupar la Estética como saber en su reivindicación.

El análisis expresado en nuestras tierras sobre lo subalterno, nuestra pos-occidentalidad, poscolonialidad, posmodernismo, estudios culturales, entre otros, sean “integrados o apocalípticos”, mantienen sin embargo total pertinencia al evaluarse en ellos nuestros derecho o no a lugares de enunciación o discursos, legitima o no el agenciamiento a las diferentes teorías que sobre la cultura marcan sin duda el panorama del saber mundial.

Desde la colonialidad se silencian y enajenan los resultados investigativos. Se reproducen paradigmas del saber distanciados de la variabilidad y la diversidad, centrando su mirada en un único modelo de formación de la socialidad. Asumir tal paradigma significa en el terreno de la construcción teórica para el ejercicio de las praxis, neutralidad, dogmatismo, apocalipsis y exclusión… Este resulta incapaz de cambiar, proponer lo nuevo, visibilizar los conflictos porque es incapaz del cambio por la invisibilización, consciente o no, de lugares de transformación.

Sousa describe las necesidades de una nueva epistemología señalando: el estudio de una estructura para la acción, el estudio de espacios tiempos en que los actores viven y las formas de poder que las acompañan. También, el análisis de la colonialidad, como prioridad puesto que supone una actitud consciente o no de dominio y hegemonía de formas de saber impuesto. Entender de forma más integral, lo que significa, la relación entre el poder y la opresión, significando el hecho de diversas formas de poder y opresión, muchas de ellas invisibilizadas para los propios sujetos que en ellas existen y construyen saber.[3]

La expresión actual de esta preocupación es manifiesta en la denominada condición de colonialidad, que se expresa en condición de dependencia epistemológica desde los diferentes saberes, e incluso en sus supuestas diferencias y estructuras. La colonialidad como discurso, nacida como tendencia en otros territorios marcados por procesos coloniales y analizados desde allí, en su contexto, es pertinente en nuestra valoración para las construcciones teóricas desde nuestra territorialidad.

La condición de colonialidad en el saber, por tanto es uno de los nodos, nociones matrices que caracterizan críticamente o asumida, las tendencias y autores en el debate actual latinoamericano. Su presencia se ha hecho visible en este análisis.

Respecto al tema, salta a la vista todo el debate en torno a los llamados estudios poscoloniales. Su recepción resulta conflictiva sobre todo si se piensa en el “pos” como demarcador epocal, como una época histórica más en la linealidad de la narrativa de lo histórico que construyó la Modernidad. Cuando es utilizado en ese sentido literal[4], el término resulta justamente ahistórico y sumamente despolitizado, pues parece dar por concluido un fenómeno que, lamentablemente aún sigue vivo en las manifestaciones neocoloniales e imperialistas de nuevo tipo que determinan aún los destinos de millones de hombres y mujeres del mundo. Por esto no nos adscribimos al uso literal del término poscolonial. Tampoco nos es útil cuando funciona en el sentido en que generalmente se utiliza en el ámbito literario. Los estudios literarios poscoloniales, por cierto, el espacio donde se dan a conocer en el mundo académico, se reducen a intercambios eruditos en relación a textos literarios que no rebasan su propio marco, lo que de algún modo encubre el carácter histórico de los temas que refiere, en sí mismos extratextuales y terminan siendo también retrógrados por su gesto despolitizador.

Sin embargo, hacer girar lo colonial sobre ejes políticos y epistemológicos resulta pertinente y necesario, pues aún queda pendiente la reconsideración de la historia colonial, su huella sobre el presente, al que ha impactado desde la distribución aun desigual de la riqueza, del poder, del saber y de los accesos culturales; así como también, desenmascarar su presencia en las dinámicas geopolíticas y culturales del mundo de hoy.

Además, para nosotros, lo más valioso de todo el discurso de lo poscolonial, es el vínculo que, siguiendo al posestructuralismo y especialmente a Foucault, establecen entre saber y poder, abriendo el camino para la discusión sobre los criterios de legitimación establecidos por el poder colonial, ya anteriormente puestos en sospecha de forma aislada por pensadores como Fanon o Cesaire. Además, ha resultado muy provechoso para las ciencias sociales, la puesta en relaciones conceptuales de su consideración del colonialismo e imperialismo como fenómenos discursivos, y no solo como fenómenos político-económicos, lo cual pone el acento en ellos como espacios de producción de sentido, dando gran connotación del ámbito cultural como lugar ineludible en las estrategias de emancipación.

En el debate, la crítica va dirigida hacia el peso que aún mantiene un discurso eurocentrista que permea no solo el campo investigativo, sino las formas disciplinares, contenidos y asignaturas de los diferentes niveles de enseñanza en Latinoamérica. Por otra parte, a pesar de una crítica mantenida desde nuestro país en los diferentes ámbitos del quehacer intelectual, sobre el proceso de colonización y sus consecuencias desde el punto de vista histórico, su crítica desde el saber es aún un aspecto de insuficiente presencia.

Desde la Estética debemos asumir ciertas posturas sobre tales pugnas. Situarnos filosóficamente desde lo epistemológico, hace necesario estudios no realizados con anterioridad referidos a la Historia, Sociología de la Ciencia, porque los debates asumen los retos de resignificar no solo la Estética sino las Ciencias Sociales, por tanto clarificar las relaciones Estética, Cultura, Arte y Ciencia, también nos son pertinentes.

Estar en el lugar, cartografiar, desde lo epistemológico supondrá una dirección de la mirada y una base sociocultural del emplazamiento epistemológico y esto hace necesario reconsiderar el contexto y a que llamamos contextualizar. Esto no podrá ser realizado sin aclararnos definitivamente en la “actualidad”, relaciones conceptuales también en pugna como lugar, territorio, mediación y la misma cartografía.

En este proceso se repensó Actualidad, como emplazamiento teórico- metodológico, para facilitar la comprensión de que es el sujeto el protagonista de la construcción y reconstrucción de los saberes, en tanto es el que porta la capacidad de aprehensión de realidad. Luego, son determinados hombres y mujeres los que desde sus múltiples relaciones, y en acuerdo con su posicionamiento dentro de cada entramado social. Los mismos que desde posiciones de poder deciden cuáles son los modos de ser, pensar, actuar… que han de ser considerados como válidos en cada época y contexto. Son ellos los que establecieron, pues, los paradigmas del saber y el hacer por los que han transitado las diversas culturas de la humanidad. En el caso que ocupa se trata de la necesidad imperiosa y de la posibilidad que nos asiste para actualizar el conocimiento a favor de una mirada otra a la que se instituye y expande globalmente desde los centros hegemónicos.

Actualidad supone que todo lo que existe lo es en tanto acto- actuante. Acto que en lo real (inteligible, factual, conceptual o virtual) tiene presencia actual y poder de actuación, y justo en ese camino capacidad de actualización. Apunta a captar ese tiempo-instante de cada acto y sus acciones, esas que deciden el devenir de los procesos y por lo tanto, igualmente, el espacio- lugar de su realización. Se trata de una perspectiva lo suficientemente abierta, dinámica y compleja para asumir la diversidad, lo múltiple… y desde ahí intentar aproximarse a la praxis cultural toda en tanto producción simbólica. Toda práctica cultural devela en cada acto las múltiples fusiones que le son inherentes. Así, se favorece la necesaria sistematización, dentro de la dispersión conceptual reinante, a fin de orientar la mirada desde el ahora, ese que contiene las huellas de todo un pasado, y desde ahí hacer visible cómo, desde dónde y hacía dónde, transcurren los procesos de generación, producción y realización de la cultura. Actualidad es un llamado a posesionarnos hoy desde el reconocimiento de que toda nuestra herencia cultural resulta de un proceso de construcción de pensamiento sustentado en una praxis colonialista, purista, elitista y discriminatoria; y en atención a aquello que hoy se nos trata de imponer desde los centros de poder hegemónico solo que a partir de nuevas y más sutiles estrategias de posicionamiento.

Resulta bien interesante y esclarecedor como Pierre Bourdieu -desde la sociología y entre otros con el objetivo de delimitar un campo artístico- se acerca al mundo de lo social, lo discierne, y determina los mecanismos que aseguran la reproducción de lo que él llama el espacio social y el espacio simbólico. En la teoría de Bourdieu lo simbólico retoma un lugar central en la construcción de lo social, ese que le fuera arrebatado torpemente por el racionalismo, para dejarlo reservado solo a lo artístico. Lo simbólico recubre entonces el vasto conjunto de los procesos sociales de significación y comunicación. Así, lo cultural es producción simbólica, del mismo modo que la práctica artística es solo uno de los modos en que esta se despliega.

En las sociedades del capitalismo cultural, la dominación no tendría el éxito que tiene, amén de que se presenta desde lo simbólico en términos de humanismo absoluto, si no existiera este como cualidad característica intrínseca de su ser. Lo simbólico se ha privilegiado por sobre todo lo demás. Es desde y en ese lugar donde se gestan las peores y más sutiles formas de dominación humana, es allí donde cada uno puede ser reducido, inmovilizado en sus capacidades liberadoras, y lo peor es que esto se hace en nombre de las libertades humanas. Es el poder de lo simbólico el que -en última instancia- ha decidido la trasformación del orden social a escala global e impactado todo lo local. Desde lo simbólico es que es posible anular a las inteligencias más vivas. Urge revertir tal proceso y ponerlo realmente a favor de los seres humanos y en esa dirección de ese “mundo mejor que es posible”.

En relación con lo que está aconteciendo con el arte hoy, Nestor García Canclini señala “… artistas, curadores y museos despliegan procedimientos visuales semejantes a los que se usan para colocar productos en los mercados, políticos en las disputas públicas y representaciones médicas del cuerpo.”[5] Igualmente, se detiene en las implicaciones que tal fenómeno tiene para los artistas y que es lo que está decidiendo, a su modo de ver, la situación actual del arte cuando señala como “primer problema: el entrelazamiento entre las intenciones de los artistas y las estructuras sociales y políticas que organizan las imágenes. Las ciencias sociales han hecho visible que lo que sucede con las imágenes trasciende las intenciones de los creadores y tiene que ver con instituciones como los museos y las revistas, con redes de interacción social complejas como los mercados, ferias y bienales, y últimamente con circuitos de poder económico nacional y transnacional.”[6] Se entra de ese modo en una especie de juego en el que el artista se integra, muy pocas veces desde sus propias intencionalidades, para resultar integrado a toda suerte de fabricación simbólica dentro de las maquinarias de producción de capital. Son innegables las ofrendas que ha de hacer el arte hoy a favor de la producción de imaginarios.

Si bien, de todo esto resulta también que la artisticidad, y esto es algo positivo, ha sido recuperada como patrimonio de lo social en tanto lo simbólico se expande hacia la vida cotidiana, no es razón para que el arte como práctica social termine siendo deshabilitado, por las maquinarias productoras de imaginarios colectivos. Hoy más que nunca adquiere valor la capacidad de las prácticas artísticas de existir como entes sociales vivos, con la función de desocultar problemáticas existenciales del individuo común, de producir conocimientos críticos, de recordarnos de dónde venimos, quiénes somos, hacía dónde se puede andar…

En el tema objeto de interés se asume, además una postura otra, en relación con las prácticas artísticas. Estas no se identifican con la ya reconocida praxis del arte, sino que se intenta reconocer el espacio a otras praxis que igual tienen sus propios circuitos de creación, circulación y legitimación, esa que son desplegadas por aquellos que en virtud de un proceso colonizador- se les ha designado con el titulo de artesanos, artistas populares… porque igual quedó establecido que tiene que existir un alto-bajo, un centro con sus márgenes, aun arte popular que no es “culto” puesto que culto es una designación que solo se alcanza al precio de resultar integrado a lo que se ha de dictar desde los centros de poder.

Una cultura desbordada y significante como existencia humana conduce a una mirada desprejuiciada que va de lo concreto a la abstracto y viceversa, visibilizando y actualizando, por el camino de contestar preguntas sobre cómo entender las relaciones estetizadas en fronteras límites de identidad, racialidad, sexo, grupo político, nación o cualesquiera sean las condiciones generales en las cuales se han establecido tradicionalmente. Por tanto, lugar y territorio como cartografía se hacen necesarios como emplazamientos epistemológicos para considerar nuestros objetivos. Esto significa que el ejercicio de contextualizar en Latinoamérica o Cuba precisa también de un ejercicio epistemológico, desde una mirada y una dirección.

Lo contextual debe ser resignificado también en relación con su uso epistemológico con relación a las prácticas artísticas, así como “los lugares de enunciación” desde donde se realizan los discursos de tales prácticas y su necesaria resignificación en contextos de críticas a un pensamiento inscripto en la colonialidad, del mismo modo que los impactos en las lógicas comunicativas de la trasformación sociocultural actual y su contrario, el impacto de esto comunicativo en las prácticas artísticas.

El desplazamiento de las relaciones entre la cultura, la política y la economía forma la base fundamental para entender los discursos latinoamericanos y cubanos por tanto, tanto las consideraciones sobre lo histórico-cultural y como se piensa, se visibiliza en las denominadas políticas culturales y en la riqueza de apreciaciones desde “otros saberes” que han tenido que ser analizados.

Latinoamérica y Cuba como lugares

El proceso histórico de la constitución de muchos de los territorios a escala planetaria, no solo de Nuestra América y de nuestra propia nación supone la determinación del proceso colonial (irredimible[7], al decir de Martí) que marca un conjunto de fenómenos que en mucho sobrepasan las cuestiones económicas, políticas y sociales tradicionalmente analizadas.

Una amplia literatura sociológica ampara el problema de las migraciones. Las migraciones señalan el desplazamiento del lugar tradicional. Era planetaria interconectada por la velocidad del desplazamiento es al mismo tiempo para una buena parte del planeta, era de desplazamientos necesarios para la supervivencia. Nómadas modernos jerarquizados, por el ocio, el placer, la curiosidad o la necesidad más imperiosa, sus itinerarios no pueden ser solo medidos en coordenadas geográficas o índices demográficos. Ese nómada actual, ese nomadismo como ha sido llamado significa no solo el desplazamiento del territorio, sino la transformación de su subjetividad, es desasimiento de lazos territoriales y la aceptación en contradicciones subjetivas o impactos de incertidumbre de los símbolos, agenciamientos y pertenencias de otros lugares.

Pero la pregunta sería ¿Sin desplazarnos en el territorio no estamos ya en otro lugar? Muy bien se señala que el Sur significa manos vacías y ojos llenos de imágenes del mundo. ¿Escapa algún territorio de semejante impacto?

Como en épocas pasadas los relatos de viaje señalan direcciones al deseo. El Dorado fuerza de impacto para la búsqueda de nuevas rutas comerciales nos llega hoy a todos en una estrategia planificada y pensada para conducirnos a nuevos lugares. Redes mundializadas virtuales nos colocan como paseantes de una nueva realidad (la virtualidad) ante el nuevo dorado. Allí están los ideales de la realización de proyectos de vida individualizados y posibles. Desear ser, al mismo tiempo otros, los que han ganado, los que tienen éxito, el camino de lo pragmático.

Es un planeta interconectado real o imaginariamente, la pregunta sería ¿qué impacto sufre la subjetividad de hombres y mujeres en crisis y carencias ante la propuesta de una posibilidad deseada, de un lugar que es no territorio sino proyecto de vida deseado?

¿Son Latinoamérica y Cuba el territorio que vive al margen de los impactos de las estrategias de dominación de las que hemos explicado? ¿Los cubanos y cubanas de hoy no buscan el Dorado, no intentan desplazarse real o imaginariamente de este lugar, territorio, nación?

Lugar hoy se refiere a itinerarios y escaramuzas de los mismos. Es a un tiempo existencia acotada por diferentes formas de dominio y espacio de liberación o soledad. Vivir sería el lugar de construir, producir, realizar, soñar, donde nos hacemos parte, a donde pertenecemos. Sin estudiar la diversidad constitutiva de la socialidad en época de migraciones, crisis, hegemonía, dominio con estrategias de fragmentación, colonialidad y homogenización. ¿Cómo indagar el lugar?

Castro Gómez recuerda que: Nos encontramos ingresando a territorios globales, que han dejado de ser colombianos, mexicanos o estadounidenses para convertirse en lugares que pueden ser habitados por cualquier persona de cualquier país, lengua, raza, o ideología”.[8]

Se trata, desde la reconstrucción del saber estético sociocultural, de identificar los signos, símbolos, valores, representaciones, creencias que pueden identificar al lugar a partir de los sujetos que así lo reconocen.

Porque sin duda, en lo que nos ocupa, el saber sociocultural, el problema está en que: Algo le está sucediendo al modo en que pensamos sobre el modo en que pensamos[9]

Muy bien señala Certeau que la racionalidad moderna, convirtió en líneas a la metáfora, es “la mirada de Dios”, un Dios situado, Dios sabe que muy por encima de la diversidad humana y que omnipotente al mirar desde tanta distancia solo ve líneas donde los sujetos realizan sus escaramuzas del vivir. “Es el triunfo de la visión objetivante de la realidad que inaugura la representación perspectivista, en tanto comprensión moderna de un espacio-tiempo homogéneo y matemático.”[10]

El estudio de lo social siguió tal itinerario: de él nació la visión de una historia, un espacio, una cultura, una forma civilizatoria. Lo que no era ajustable a tal modelo civilizatorio fue estudiado como, primitivo, sin historia, barbarie, puro natural, distinto, subdesarrollado, periférico y otros.

Por tanto: este modelo civilizatorio estableció, de muchas formas la necesidad de civilizar, rectificar, formar, nivelar (cristianizar, salvar, adelantar, progresar y otras). Todo a través de un único modelo de progreso civilizatorio-cultural. En nombre de tal modelo civilizatorio se han cometido crímenes innombrables, irredimibles es el mejor concepto, por cierto martiano.

Puede ser recordada la visión amarga de Adorno de la experiencia fascista:” Hay algo con lo que sin duda no bromea la ideología vaciada de sentido: la previsión social. “Ninguno tendrá frío ni hambre: quien lo haga terminará en un campo de concentración”: esta frase proveniente de la Alemania hitleriana podría brillar como lema en todos los portales de la industria cultural… Oficialmente, nadie debe rendir cuentas sobre lo que piensa. Pero en cambio cada uno está desde el principio encerrado en un sistema de relaciones e instituciones que forman un instrumento hipersensible de control social Quien siente frío y hambre, aun cuando una vez haya tenido buenas perspectivas, está marcado. Es un outsider y esta es (prescindiendo a veces de los delitos capitales) la culpa más grave.[11]

Descalificar el otro distinto en nombre de algún modelo que se siente y procede como superior es una buena parte de la historia planetaria: conquista, inquisición, guerras. La existencia del poder erigido en modelo único de desarrollo es su causa.

Desde el siglo pasado, sobre todo a partir de su segunda mitad, este modelo del poder, no lo es solo político-económico, es del deseo y del saber. Por tanto construyó no solo armas de exterminio y dominación tácitas, no solo usó esas armas para la hegemonía, el dominio a través incluso del exterminio masivo de grupos, etnias y pueblos. Fabricó también razones, explicadas en ideologías y ciencias para efectuar el genocidio.

Debe reconocerse y realizarse los balances críticos adecuados de este aparente cambio de modelo, calificado como posmodernismo, capitalismo tardío, capitalismo cultural, sociedad transparente, del simulacro, de la información y otras. Ellas acompañan a un discurso, a un tiempo del saber e ideológico que califica al nuevo modelo como inclusivo en la diferencia con el fin de los metarrelatos. Es en nombre de tales razones que hablan de la desaparición del universalismo y como estrategia política sigue siendo el aspecto fundamental de las políticas exteriores de los centros, el neoliberalismo como modelo de imposición se hace imprescindible para clasificar en las necesarias ayudas para las periferias. Como modelo económico está también acompañado del saber. Es el fin de otras formas económicas y el triunfo del individualismo como espacio único de libertad en el consumo y la propiedad.

Desde el saber sigue dominando los consensos epistemológicos a partir de estrategias más sutiles, el reconocimiento de la diversidad que ampara la fragmentación. Desde el siglo pasado se fabrica el consenso a través del placer, la seducción y el espectáculo en la cultura de masas. Formas de dominio más sutiles pero sin duda efectivas para dominar y usurpar.

El sujeto se transforma con el triunfo de otro tipo de soberanía practicada o deseada, el exceso (Bataille) en el gasto improductivo, que irrumpe en la transformación de la socialidad a través del deseo, la novedad y el espectáculo. Las vidrieras, como mercados de Tiro-dice Martí-abiertas al público en metáforas de mercancías, convierten al paseante común en el sujeto-deseante.

Desde tal modelo civilizatorio hoy, al parecer, tenemos permiso los diferentes, los otros, a ser diferentes, siempre que desde las praxis y el saber no nos pongamos en contra, mientras que no descalifiquemos tal modelo, mientras en fin no nos atrevamos a declarar como inoperante, excluyente, violento y dominante, insostenible a tal modelo y en fin no nos atrevamos a realizar nuestras prácticas civilizatorias acompañadas de saberes y deseos de otra forma.

Es esto lo que transforma definitivamente el mapa. El lugar es una nueva composición intersubjetiva que se encamina hacia el predominio de la estetización en un cambio cultural de radicalidad nunca prevista.

Porque si realmente queremos saber sobre lo social humano, el mapa tradicional no da cuenta del territorio. El no incluye diversidad y acontecer, rutas, tácticas, escaramuzas (Certeau), nomadismo o tribalismo (Sociología inglesa), las formas del simulacro como estrategia de impacto (Baudrilla), la estetización del hombre común en la cultura de masas, la soledad en la individualización de la virtualidad como espacio de la experiencia (Cuadra), los recorridos, encuentros y desencuentros, agenciamientos y pertenencias posibles y reales en la Red (Castell). La diversidad en la diferencia, no solo clasista, los lugares donde diferentes poderes se hacen hegemónicos, los lugares de la resistencia y del cambio, de lucha por la emancipación y la esperanza. Los espacio-tiempos distintos que no son solo variables físico-empíricas o geopolíticas, ni siquiera solo discursivas, sino el acontecer de los grupos humanos que van construyendo o muriendo en espacios diferentes, y sin embargo siguen obedeciendo las leyes del mapeado elitista, centralista y dominante de una racionalidad muerta.

Hoy Guattari lo dirá así: Ya no es un diagnóstico que sacude el sentido común, de su sopor modernista, sino un nuevo sentido común que se autorreproduce y generaliza sin ninguna posibilidad de interpelar alguna realidad específica. Lo que la gente desea o siente, la multiplicidad de sus experiencias frente a la ambición reduccionista de los planificadores[12]

Es por eso que desde el Sur, ante el descentramiento de los relatos tradicionales sobre: relación occidente-oriente, civilización-barbarie-cultura, progreso-desarrollo-cultura, a pesar de una dominación no solo geopolítica del Occidente-centro, sino discursiva, se intenta una reconstrucción de locaciones epistemológicas que comienzan a intentar reconocerse en sus lugares y espacio-tiempos (Estudios culturales, poscolonialidad, estudios subalternos y otros). Es cierto que aun difusos, incoherentes a veces en la conceptualización, con desajustes y desbalances epistemológicos y políticos, todavía padeciendo de normas disciplinarias férreos y dogmas de fuerza sobre investigadores, pedagogos, pero sin duda con aperturas sugerentes por estudiar y de resistencia que son necesarios si queremos efectivamente lograr estrategias de cambio.

Por tanto, hoy el discurso sobre el territorio se hizo metafórico al añadir lo real social. Es por tanto pertinente intentar, para buscar el lugar, nuestro lugar, cuestionar seriamente desde lo epistemológico, la territorialidad de una socialidad radicalmente cambiada, con conciencia de que lo contextual solo es posible de analizar desde espacios tiempos múltiples, yuxtapuestos, intersubjetivos y esto definitivamente nos coloca ante el imperativo metodológico de entender de una nueva manera el mapeado, el cartografiar.

En la Bienal de La Habana, Herrera Ysla, Nelson[13] nos dice, “…envejecidas parecen coexistir las habituales formas de comunicación y relaciones humanas: asambleas gremiales o partidistas, radio, prensa escrita, carteles, reuniones comunitarias.

La sociedad que surge del entramado mediático las arrincona porque las redes actuales son suficientes para una sociedad que se proyecta más individualista que todas las anteriores. Es el individuo conectado en la oficina, auto, avión, café, casa. (…) en una operatoria de integración a los nuevos tiempos, el hombre se enchufa a los equipos y desaparece de los escenarios tradicionales de encuentros.”[1]

Es la necesidad de otro trazado del mapa culturaldescalificando al finla dominación de una epistemología de carácter histórico, donde todos los fenómenos sociales giran alrededor de un eje temporal y quedaban ordenados según criterios secuenciales y evolutivos. Es necesaria una nueva construcción social del tiempo y el espacio, así como su legitimación teórica por parte de las ciencias sociales, localizada, configurada topológicamente, delineada por relaciones de poder que se despliegan en territorialidades específicas.

La presencia desde la década del 90 del siglo XX de un discurso sobre “el lugar”, cartografiar, espacio-tiempos distintos, en fin sobre “nombrar” está vinculada de forma más concreta a la pregunta ¿en qué espacio habitamos realmente?

La evolución científico técnica de los medios coloca el asunto en la perplejidad, al poner ante nuestras relaciones una nueva forma de realidad y de existir en ella, la virtualidad. Ante esto apocalípticos e integrados intentan una polémica que aún no concluye y que determina discursos sobre el sujeto y su identidad, colocada en la incertidumbre de la red.

Para Álvaro Cuadra: “En pocas palabras, el espacio virtual no es el lugar de la experiencia sino la experiencia en sí.”[14]

En “El pensamiento descolonial (Walter Mignolo), afirma:La última etapa de la globalización está haciendo posible una transformación radical de la epistemología al llamar la atención entre espacios geográficos y localizaciones epistemológicas[15]

Se señala en la teoría la alteración de los principios mismos del mapeado, movimiento de fronteras en disputa, saberes más allá de los lugares, producción de diferencias, espacios profundamente interconectados, culturas limitadas espacialmente, que Castro Gómez explica a partir de que ”se borran las fronteras entre “ellos” y “nosotros”…la oposición entre lo propio y lo ajeno se desdibuja en la medida en que los bienes culturales o de consumo son des(re)territorializados, arrebatados de sus contextos originarios e integrados a nuevas localidades globales. Nos encontramos ingresando a territorios globales, que han dejado de ser colombianos, mexicanos o estadounidenses para convertirse en lugares que pueden ser habitados por cualquier persona de cualquier país, lengua, raza, o ideología. Son-dice-teorías sin disciplina que convergen o divergen, pero que, en cualquier caso, dialogan entre sí. Sociólogos, antropólogos, historiadores, críticos literarios, semiólogos y filósofos Revitalizar la pregunta por la identidad y el destino Carácter transdisciplinar. El lugar que se denomina Latinoamérica.[16]

Lo cierto es que desde el Sur, desde la periferia se intenta descalificar el discurso centro, reconstruyendo el lugar. Los aspectos que se tratan son sugerentes para la realización del balance crítico y la reconstrucción desde alternativas opuestas al modelo civilizatorio dominante:

  • El reconocimiento de que la reconstrucción del saber desde otro lugar, el nuestro, no está desligado de la construcción del saber planetario. No debe ser principio de nuestros nuevos discursos descalificar al otro.
  • Recuperar la memoria histórica, desde un balance crítico actualizado, nuestro relato es plural desde las raíces.
  • Diseñar nuestras locaciones epistemológicas como ejercicio no solo de interpretación sino de transformación. Nuestro propósito es de construcción de procesos y estrategias no hegemónicas, un concepto progresivo del desarrollo con todos, para todos que tribute a la satisfacción y la felicidad sin que esto signifique la diferenciación prejuiciosa, dominación o descalificación del distinto, sin la carga especulativa de la insostenibilidad que significa la explotación ilimitada del planeta.
  • No es posible un único discurso de modelo progresivo humano, pero vivimos en una totalidad, diferenciada cierto, pero con problemas globales solo posibles de resolver en comunidad.
  • Esta totalidad que convive hoy en una socialidad transformada debe entenderse con los signos cambiados. La revolución de los medios y las industrias de la cultura, así como los sectores crecientes de trabajadores simbólicos, son parte del proyecto que ideemos para una construcción de futuro.
  • Las políticas, aquellas alternativas al capital, deberán saber y promover la reconstrucción del saber, instar a las investigaciones que clarifiquen estos nuevos lugares en los cuales habitamos.
  • El lugar es simbólico y visual, de representación, valoración e idealización, de significación, sentimientos y sensibilidades que confluyen en su construcción, es también de saberes, normados o no, saberes diversos de tradición y costumbres pero a un tiempo de necesidades varias de información variable nuevas no acotadas aun a planes de estudio, disciplinas diseñadas u otras estrategias de instrucción.

El lugar es epistemológico en el saber, por tanto urge construir desde nuestros propios enclaves. El lugar es ideológico-político, por tanto la afirmación de nuestros principios nace también de la aprensión de los mismos a través del vivir y el saber con actualidad. Pero sobre todo el lugar es el de vivir, producir y reproducir la existencia, lo que significa reconocernos en los proyectos, y reconocernos solo es posible cuando pertenecemos, pertenecer no es para nada un número o variable empírica en una lista de cualquier tipo, es la participación efectiva de conocimiento, construcción y deseo de estar, es ser parte de, simbolizar y significar el ser parte. Este lugar adquiere ese carácter intersubjetivo de las relaciones sociales, tan material y objetivo que el lugar permite la realización de un proyecto de vida con calidad, tan subjetivo como que satisface ese proyecto de vida, motiva y da certidumbre, señala la posibilidad de futuro para nosotros y las generaciones venideras.

El lugar es simbólico y visual, de representación, valoración e idealización, de significación, sentimientos y sensibilidades que confluyen en su construcción, es también de saberes, normados o no, saberes diversos de tradición y costumbres pero a un tiempo de necesidades varias de información variable nuevas no acotadas aun a planes de estudio, disciplinas diseñadas u otras estrategias de instrucción.

El lugar si es el del vivir, conlleva la posibilidad de la realización de proyectos de vida acordes con nuestra concepción de modelo de desarrollo. En circunstancia de cambio y crisis el lugar se torna indeterminado y de incertidumbre. Provocando trastornos de pertenencia y conformando estrategias de agenciamientos difusas y no siempre bien documentadas, guiadas por la inconformidad y sobre todo por las circunstancias controvertidas de los procesos de información actuales.

¿A qué me agencio y a dónde o a qué pertenezco? no son cuestionamientos retóricos, son los que conforman la estrategia de vida de los sujetos en el vivir que es el habitar.

¿Impugnamos entonces el territorio? No, no lo hacemos, cuestionamos el hecho de que el territorio se desborda a sí mismo, por tanto si nuestra preocupación es sobre la formación de mujeres y hombres en alternativa de mejoramiento humano y la construcción alternativa contra el modelo hegemónico, deberemos atender que no es suficiente el mapa para entender la complejidad de las relaciones.

Estar en el lugar, por otra parte, supone que somos capaces de asimilar críticamente la variabilidad signica, simbólica, textual, visual, cognoscitiva e ideológica, en la sociedad actual. Por tanto, nuestra tarea pasa por planes de formación e instrucción que nos permita, colocados en el mundo, realizar nuestros agenciamientos a través del ejercicio del criterio: “La crítica no es la censura; es sencillamente y hasta en su acepción formal- en su etimología-es eso, el ejercicio del criterio.[17]

Los impactos de esto cultural desbordado en hombres y mujeres pueden clarificarse en esta relación conceptual: lugar-espacio-tiempos y cartografías en clave social. El espacio-tiempo es la totalidad controlada, que sujeta a los sujetos y que legitima el mercado. El motivo cultural de la diferencia y la fragmentación legitima el motivo político de la desigualdad y la fractura. Los sujetos se agencian, mentalmente, oníricamente en los espacios donde existen los objetos del deseo. Las motivaciones son de carencia-deseo y agenciamiento a emociones, placeres y complicidades sociales Intercambio basados en una (novedosa e increíble) capacidad de fascinación mutua.

Este mundo, según Kohan, es el de: Una seducción excitante, caliente, lasciva, una magia cautivante y encantadora, las mercancías seducen al sujeto, lo acarician, lo envuelven y enamoran mostrándole un orden perfumado y rutilante, aparentemente autónomo y autosuficiente[18]

El deseo, la emoción y el placer, así como la seducción son estrategia: aprender a desear los deseos de los otros, a emocionarnos con las emociones de los otros y a sentir placer con (los placeres) de los otros: fundirnos en-con los otros, convirtiéndonos (en cierto modo) en ellos. Hoy los estudios sobre el “cuerpo”, no solo tienen como perspectiva la salud o el mejoramiento físico, sino son dirigidos por una poderosa normativa del deseo, que es estrategia también del consumo. Ya no se trata de normativas y preferencias o prejuicios étnicos solamente, el cuerpo se ha convertido en un lugar: de contradicciones, interrelaciones y dependencias. El cuerpo es el lugar de concreción de memoria, deseo, sexualidad y poder.

Ya no se trata solo de que en él se ha inscrito la historia de la dominación, que deja huellas del despojo, no se trata solo de que el cuerpo, recordemos los testimonios gráficos de los campos de concentración, las terroríficas imágenes de la Hiroshima, los despojos de las guerras, las hambrunas dejando impalpablemente en la memoria una suerte de asombro sobre la condición humana. Hoy es marca, símbolo y representación, canon dictado desde el poder, espacio de descalificación y marginación.

Urge otra mirada al territorio: su resignificación como forma de existencia de la socialidad, una socialidad socio-estética-cultural que desborda las variables y coordenadas empírico-físicas, geopolíticas, sociológicas, en una nueva asunción de la integralidad del vivir y sus estrategias relacionales sociales. Una resignificación que permita la visibilidad del cambio, la crisis y sus impactos, la necesidad de la participación como requisito en la construcción de las estrategias de un modelo de cambio alternativo y antihegemónico.Por esto el territorio deviene territorialidad.

Mirar desde la territorialidad hace posible: la visibilidad de la resistencia, creación, negación de la dependencia, propuestas de soluciones, capacidad del saber para la acción, asunción crítica de los lugares y estructuras del poder, realización de estrategias, reconocimiento del otro, construcciones y reconstrucciones de la subjetividad.

Hay que entender entonces que la Territorialidad es la expresión teórico-conceptual de la forma de existencia actual de la socialidad, que reconoce diversos espacios-tiempos, que coexisten simultáneamente en un mismo contexto epocal, rebasando las relaciones sustancialistas entre cultura y territorio.

Considerando la territorialidad, la Teoría sobre la cultura Latinoamérica y cubana manifiesta problemas que precisan instrumentos de análisis para la evaluación de lo contextual, acompañado del entendimiento de su variabilidad, en un espacio-tiempo distinto, y como un lugar con referentes históricos específicos.

Analizamos entonces partiendo de actualizar la mirada, es decir mirando desde el aquí y ahora la historia y el contexto pertinente, en una apertura hacia las relaciones planetarias que han sido el signo que nos impacta, como país, con sentido nuevo, desde más o menos la década del 90 por razones que sabemos. Por tanto, sin urnas de cristal, los impactos en la socialidad cubana actual son un hecho.

Realizamos un balance atendiendo a lo que denominamos estetización de las relaciones y por tanto de la socialidad, como signo que acompaña al ciudadano común casi a escala planetaria, estrategia del capital en el consumo de masas, a la cual no somos para nada ajenos. La visibilidad de tales aconteceres es evidente en algunos estudios teóricos pero es carencial en otros.

Miramos desde una cultura trascendida en su territorialidad lo que significa que tanto el contexto como la historia misma requieren de otra forma de apreciarse y estudiarse: migraciones, corrimientos identitarios palpables, sentidos de pertenencia yuxtapuesta, confusos, definidos en contracorriente a los que solemos habitualmente decir en los discursos. Vivir experiencias espacio-temporales distintas en la misma región y en el mismo barrio, de casa a casa, gestadas en tradiciones, costumbres, formas de vida, sobre la base de proyectos de vida diferenciados por convicción, asunción o impacto, por tanto, imaginarios, gustos, deseos y representaciones diversas que solo cartografiando con variables intersubjetivas somos capaces de entender.

Nuestra inserción en el acontecer del planeta, una sociedad radicalmente cambiada ante los impactos de una revolución radical de los medios, en una cultura convertida en mercancía e industria llegan a nosotros no solo en intercambios formales o no con el turismo sino en su mismo consumo formal de nuestros medios o de manera informal en un mercado creciente de productos culturales o subculturales de demanda en la familia cubana común. Esto nos dice de la necesidad de un vuelco en las formas y métodos de la formación del cubano que debe abordar con conocimiento y por tanto críticamente, como ejercicio del criterio, tales aperturas que no son posibles de regularse en políticas. Un creciente flujo migratorio turístico o familiar nos cuenta del mundo más allá de las capacidades o no de ese eterno encuentro-desencuentro del isleño con “lo de afuera”.

La obra cultural revolucionaria ha dejado generaciones de hombres y mujeres cultivadas y diestras en los análisis más disimiles, ellos viven la territorialidad actual en su cotidianidad diversa y dispareja con miradas inteligentemente críticas. La teoría cubana de hoy, sico-sociológica analiza la marginalidad y la pobreza, la violencia, las diferencias generacionales, la transformación valorativa, el crecimiento disparejo de nuestra demografía, nuestras nuevas vulnerabilidades, no solo geográficas sino sociales, la discriminación racial de género o de orientación sexual. Las crisis, nuestras difíciles relaciones económicas con el mundo dejan su huella en los imaginarios y en las claves, nociones, coordenadas que acompañaron nuestros años de revolución. Hoy identidad y territorio, fronteras y relaciones de agenciamiento y pertenencia no son homogéneos para los cubanos. En pugna entonces están nuestras concepciones sobre nacionalidad e identidad porque, incluso hoy, tras los estudios actuales, quizás deberíamos preguntarnos si alguna vez no lo estuvieron.

Entender ese lugar epistemológico de lo cultural desde el contexto cubano, pasa por revisar una variabilidad de temas insertos en la reflexión crítica-teórica sobre: prácticas artísticas, medios de comunicación, impactos de la relación cultura-política, balances históricos sobre problemas sobre nación, nacionalidad, cubanidad, identidad, formaciones puntuales de enclaves identitarios (religiosos, de género, sexuales, generacionales y otros),de agenciamientos diversos, sentidos de participación, gustos, productos formalizados o no, estudios de públicos, análisis de espacio público, formas de organización, proyectos comunitarios, percepciones de la ciudad, balance crítico sobre prejuicios y marginalidad por sexo, edades o raciales, en los medios, en los sectores económicos u otros, balances críticos implícitos en las estrategias de la Batalla de ideas, las emergencias tanto de maestros, o instructores de arte, es decir formalizadas en estrategias o informales o marginales en mercados culturales y otros tantos. Presencia en la implementación en los Lineamientos Económicos y Objetivos del PCC, sobre tales implementaciones reconociendo allí el lugar que tienen o no lo cultural como signo de la socialidad cubana actual y la necesidad de estudios sobre esto desde las más diversas áreas de las estrategia de cambio.

Al realizar un balance crítico general sobre el tratamiento teórico-conceptual de corte epistemológico podríamos decir: Lo cultural y sus transformaciones está presente como parte de diversos tratamientos teóricos, presente “en el guion” diríamos, política-cultura, educación-cultura, identidad-cultura, historia-cultura. Tal cosa significa que los estudios sobre lo cultural transformado, en esta territorialidad transformada son escasos. Son adicionalmente de dos órdenes esencialmente:

Unos, asumen la cultura en su sentido conceptual a la manera decimonónica, como dijera la doctora Pogolotti, sería esto, una cultura entendida como superestructural, forma de la conciencia social; otros intentan trascender la diferencia entendiendo lo cultural en la relación espiritual-material (sobre todo en los avances de temas como lo medioambiental y la complejidad por razones obvias). Unos y otros impactan en temas de urgencia para la toma de decisiones y estrategias de cambio que en mucho rebasan las políticas culturales y siguen padeciendo entonces de cierto carácter de abstracción, de elitismo por separación de la cotidianidad y de purismo (reproducción de discursos de ideales de fines de armonía y perfección como llegada sin un camino de recorrido.

Otros, los que logran mayor actualidad en construcciones o reconstrucciones de carácter epistemológico, siguen colocando lo cultural como necesario pero entre paréntesis, desarmando así, sin proponérselo, la riqueza que aportaría, bien entendido: La no interpretación de lo cultural como condición de la socialidad actual, desbordada y pertinente a ella, empobrece los resultados investigativos que hoy se intentan sobre la subjetividad, cambios en el paradigma del saber, formas y métodos de educación y formación y crítica.

Existen en ellos grandes ausencias: el tratamiento a la vida cotidiana y su necesaria reconstrucción desde una concepción-teórica sobre proyectos de vida, organización, masividad y participación en la territorialidad de cambio cubana actual. En nuestras investigaciones y en nuestras maneras de organizar la formación de hombres y mujeres, es decir, planes, programas de estudio, formación posgraduada y otros, habría que considerar que ellos son producto de estructuras y jerarquías de carácter organizativo-institucional y por tanto de las demandas establecidas desde tales enclaves hacia lo social. De tal forma las jerarquías institucionalizadas determinan la formalización de temas y miradas sobre los temas, en este caso lo cultural.

El nuevo siglo ha significado, a partir del impacto de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación, la visibilidad de nuevas mediaciones en el campo cultural. Esto obliga a la apertura hacia nuevos enfoques teóricos venidos de los centros y la periferia del saber. Su asimilación todavía pasa por una insuficiente mirada crítica o una insuficiente crítica desde enclaves propios, pero han condicionado la apertura de lo cultural ahora haciendo pertinente el consumo y los medios, lo medioambiental, lo comunitario, lo local lo organizacional en esta reconstrucción de lo cultural teórico.

Se habla de formación ciudadana, nacionalidad, identidad y otras, al menos en varios aspectos de importancia estratégica. El estudio de grupos y comunidades que expresan sentidos de agenciamiento y pertenencia que conforman una reconstrucción del pasado relativas a la fe en diversas expresiones religiosas y sus prácticas y el cambio de gustos, sensibilidad y por tanto consumo de producciones culturales que desbordan las formales instituidas en el mercado marginal y la existencia de agenciamientos y pertenencias definidos como subculturas donde los enclaves de relaciones son tan diversos como la moda o el agenciamiento de mitos generalizados como símbolos en esta cultura planetaria e impactante.

Estas nuevas formas de pertenencia nos dicen de la erosión de las formas de agenciamiento tradicionales lo que debe constituirse en un doble alerta: es necesario la reconstrucción de las bases en las cuales mirábamos la tradición y determinar en cuanto, estas conservan o no su carácter pertinente.

La permanencia de la tradición existe en su colisión, crisis y cambio con la actualidad. Identidad es sentido de pertenencia. Nuestra historia actual, es como siempre ha sido, la representación intersubjetiva con el contexto cambiante. Esta se transforma ineluctablemente, por tanto, la mirada y su dirección debe aprehender la historia cubana desde sus diferentes enclaves. Sin embargo, la cubanidad sigue expresándose en discursos y conceptualizaciones abstractas, lineales y despojadas de la certidumbre de que habitamos espacios-tiempos distintos, en un planeta de crisis y alternativas emancipadoras.

Alfredo Guevara en conversación con los estudiantes de la Facultad de Comunicación, argumentaba:

“Ustedes tienen una suerte enorme: ser muy jóvenes, a ustedes les tocará, según se desarrolle la Revolución y se puedan dar algunos pasos que hay que dar para no perecer. Que hay que dar y que se darán, con voluntad o sin voluntad; yo creo que con voluntad. [19]

Seguimos pensando que la integridad del investigador depende de su acercamiento crítico a las praxis y su acontecer y que nuestra función es indagar y esclarecer para que cada una de nuestras estrategias esté en acuerdo con nuestra memoria e historia. La dirección de nuestra mirada reproduce el camino de mejoramiento humano como alternativo al modelo civilizatorio impuesto hoy desde la teoría centro.

Nuestra responsabilidad, como bien señalaba Guevara es la de la formación de hombres y mujeres instruidos y educados para el ejercicio del criterio para la reconstrucción socio-cultural y del saber necesaria hoy ante este mundo de transición que hoy vivimos.

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* A. Pino. Dra. en Ciencias Filosóficas. Investigadora del Proyecto de Estética del Instituto de Filosofía (CITMA)

* M. Sánchez. Dra. en Ciencias Filosóficas. Investigadora del Proyecto de Estética del Instituto de Filosofía(CITMA)

* N. Medero. Dra. En Ciencias Filosóficas. Investigadora del Proyecto de Estética del Instituto de Filosofía(CITMA)

* J. Fabelo. Dr. En Ciencias Filosóficas. Investigador del Proyecto de Estética del Instituto de Filosofía(CITMA)

* Y. Montana. Licenciada en Filosofía. Investigadora del Proyecto de Estética del Instituto de Filosofía(CITMA)

[1] Brea, José Luis. El Tercer Umbral. CENDEAC, España, 2003,p. 15

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[4]Mellino, Miguel. La crítica poscolonial. Descolonización, capitalismo y cosmopolitismo en los estudios poscoloniales. Paidos, Buenos Aires, 2008.

[5] Néstor García Canclini. “El poder de las imágenes. Diez preguntas sobre su redistribución internacional”. Centro Cultural Criterios. Tomado de: Los mil y un textos en una noche. volumen II, p. 1

[6] Ibdem.

[7] Porque nosotros hemos padecido de hojosidad, como nuestros bosques. La pompa del follaje no ha dejado ver la substancia del tronco. Han sido nuestros pueblos, venidos a la existencia en el esfuerzo de una violación irredimible, en el impío maridaje de una azucena y una lanza, como esos poetas novicios que derraman, en frasea confusas y rimas incoloras, su vaga ansia de músicas celestes, antes de que la vida, recia y viril, haya sazonado con sus jugos amargos los afectos desgarradores que engendran la poesía.

Dotados al nacer de masas incultas por una parte, fuertes y temas como todo lo que arranca nativamente del suelo en que vive, y de minorías preocupadas por la otra, ahítas con nombre de ciencia, de culturas griegas y latinas que no nacen del suelo nativo, ni tienen acomodo, ni mercado, ni influjo posible en él; cerrados así, por esta educación universitaria, falsa por estéril, los caminos naturales y honrosos de la prosperidad en pueblos nuevos, donde la cultura no ha tenido todavía tiempo de distribuirse en la masa con la abundancia necesaria, para que consuma con una demanda legítima y firme esos productos de cultura acumulada que se llaman Artes y Letras… Martí, J. O:C: t.8,pp. 19-20

[8] Varios: Teorías sin disciplina. INTRODUCCIÓN: La translocalización discursiva de “Latinoamérica” en tiempos de la globalización, Santiago Castro-Gómez, Eduardo Mendieta

[9]Geertz,C. : en Géneros confusos: la refiguración del pensamiento social. http://www.nodo50.org/dado/textosteoria/geertz2.rtf.

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[10] Adrián Gorelik,Imaginarios urbanos e imaginación urbana. Para un recorrido por los lugares comunes de los estudios culturales urbanos12006, ISSN 0250-7161 versión impresa, EURE (Santiago) v.28 n.83

[11]Horkheimer; M. y Adorno,T. W.:Dialéctica del iluminismo, ídem, p.62www.philosophia.cl / escuela de filosofía universidad arcis.

[12] Guattari, F.: Las tres ecologías.PRE-TEXTOS, Ed. cit.

[13]Isla, Nelson: Centro de arte contemporáneo Wilfredo Lam, 2000 – 2001

[14] Cuadra, Alvaro: De la ciudad letrada a la ciudad virtual. Acuadra@universidadarcis.cl

Es propiedad intelectual nº: 114.238, Santiago de Chile. Año 2003 p. 137

[15] Mignolo, W.: Espacios geográficos y localizaciones epistemológicas: la ratio entre la localización geográfica y la subalternización de conocimientos .: Http://www.javeriana.edu.co/pensar/Rev34.html

[16] Castro Gómez, S. Ídem anterior

[17] Martí, J. : O.C. t.19, p.366

[18] Kohan, N.: Ídem anterior.

[19] Guevara, Alfredo: Versión de la conferencia de Alfredo Guevara en la Facultad de Comunicación UH, 5 de mayo de 2010.

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