La territorialidad: ¿Cartografiar la historia y la subjetividad?

Dra. Alicia Pino

Grupo de Investigaciones sobre Estética, Cultura y Arte.

Instituto de Filosofía

Introducción

Toda producción de sentido da testimonio de un acontecimiento.[1]

Michel Certeau

 

Quedé asombrada, hace varios años, cuando visité, en Trinidad, una ciudad paradigmática por sus tradiciones e historia, en mi tierra, Cuba, el lugar supuesto por donde Hernán Cortés partió con sus barcos hacia México. El lugar se hizo utopía y metáfora, amén de mito y leyenda local, al no poder establecer yo la relación en coordenadas matemáticas tamaño- barco con tamaña-empresa.

Después, mi visita a la pirámide de Cholula, como la más grande del mundo, que conocí en el texto de José Martí, La Edad de oro, desde mi infancia, se convirtió también en metáfora del lugar.

Rescatada en parte de la violencia y el despojo “irredimible”, de la conquista, ayudó a desplazar las cartografías tradicionales, al recordar, aquella mi visita trinitaria. La pequeñez del territorio (bahía-barco) no podía corresponder con la violencia grandiosa que hizo posible la demolición que chocaba, en coordenadas empíricas, con la iglesia construida en la cima desplazada, desposeída, dislocada y difusa, de la Gran Pirámide de Cholula. Encendí “velatorios” a los hombres y mujeres ancestrales que desde la antigua y grandiosa Cholula, amaron, desearon y ejercieron otros tipos de poder. Porque a pesar de su significación actual de ocio y consumo, a pesar de su ser y existir en el espacio-tiempo nuevo de las industrias de la subjetividad, a pesar de todo, encontré en la plaza, la voz de los ancestrales dioses, Huitzilopochtli y Tláloc, que me hablaron de un lugar, un territorio y una cartografía antigua, guerrera, en una música de silenciosa violencia reprimida…en otro tiempo.

¿Cuál espacio transitaba yo en estos caminos? ¿Cuál era el lugar? ¿Cuál el tiempo? ¿Cuál los emplazamientos del saber que explicarán el asombro?

Porque el mapa, definitivamente no leía el territorio.


 

La territorialidad y sus desplazamientos.

 

Al parecer en el hecho de “nombrar”, creamos de cierta forma “el lugar”, desde donde hablamos, desde donde hablo. Adentrarme en su “constitución”, la de la territorialidad, fue dar cuenta de la memoria. Recordé de mi estancia en Chile con la Corporación Syntesis, al Dr. Leonardo Lavanderos, sus desplazamientos epistemológicos, entre relacionalidad, cultura y territorialidad. De tal forma, coordenada, cultura y territorialidad son denominaciones obsesionadas en mí transitar por el saber, necesidad de construcción y aportación modesta a “una cierta matriz epistemológica”, quizás un lugar, donde se enclava el pensar e investigar de mi grupo y desde el cual, vemos desplazarse el saber.

Por ellos, me pregunto, sobre las coordenadas epistemológicas[2] que expliquen la relación mediada, difusa, que existe en este mundo estetizado, entre el mapa y el lugar, de agenciamientos y pertenencias radicalmente cambiados a través de nombres que designaron tradicionalmente contenidos de sujeción dominio hegemonía y deseo-poder, como región, localidad, cuerpo, territorio, identidad, entre otros, en las prácticas actuales.

La territorialidad en agenciamientos y pertenencias que ya no son sólo clasificables en enclaves tradicionales, y que pueden ser entendidos a través de: una especie de relación deincertidumbre (que)se establece) entre la aprehensióndel objeto y la aprehensión del sujeto, queimpone, para articularlos, que no pueda evitarseun circunloquio pseudonarrativo, por medio demitos de referencia, de rituales de todo tipo, dedescripciones con pretensión científica, cuya finalidad será enmarcar una puesta en escena disposicional,una puesta en existencia, que autorice,en «segundo» lugar, una inteligibilidad discursiva [3] y la territorialidad que traspasa las fronteras cartográficas tradicionales y que puede , entonces, sólo ser leída en las difusas fronteras de tales agenciamientos y pertenencias.

Podemos aceptar, como Guattari, el hecho de que : una desterritorialización suave puedehacer evolucionar los agenciamientos según unmodelo procesual constructivo… pero… la ausencia deun agenciamiento de enunciación que lesproporcione un soporte expresivo,… amenazan con perder su consistencia[4], por tanto, se impone una reconstrucción no sólo de la visibilización de la cultura latinoamericana, en el proceso de su desarrollo y existencia histórica, sino una reconstrucción de los enfoques, de los referentes y las bases epistemológicas desde las cuales identificarla como proceso diferenciado e identitario, al mismo tiempo que integrado en los procesos de carácter global.

Los agenciamientos y las pertenencias sólo cobran sentido en la territorialidad contextual que en definitiva decide sobre el sistema, en el que también incluyen…intereses, selecciones y finalidades, es decir, que aporta al concepto de sistema, a través de su sobredeterminación subjetiva, la sobredeterminación cultural, social y antropológica. El objeto…no sólo remite a la realidad física en lo que ésta tiene de irreductible al espíritu humano, sino también a las estructuras de este espíritu humano, a los intereses selectivos del observador/sujeto, y al contexto cultural y social del conocimiento científico…al contexto, es decir, al meta-sistema antropo-social donde se efectúa no sólo la comunicación, sino también la producción del sentido( Maturana)..: lo que se necesita es una doble mirada: si uno no se integra hasta cierto grado al sistema, será imposible escuchar, pero al mismo tiempo será necesario guardar cierta distancia que permita ver el contexto de los acontecimientos, y mantener la libertad de reflexionar.[5]. Lo que habría que destacar es que no se puede comprender una situación semejante, a no ser que se la relacione continuamente con su contexto socio-estructural, que se sigue lógicamente de la relación necesaria entre la división social del trabajo (coi sus consecuenciaspara la estructura social) y la distribución social del conocimiento (con sus consecuencias para la objetivación social de la realidad)[6]

Entonces, ¿cómo hoy, en medio de tales desplazamientos, entre los cuales apenas reconozco mis pedazos, reconstruir el territorio?

La mirada que uso es indisciplinada( de disciplinas), es porque sospecho y siento malestar, y no sólo por la fuerza que en nuestro discurso tienen Marx y Engels, o porque respeto profundamente a Freud o a Nietzsche. Quizás es el fruto de que a pesar del reconocimiento de fronteras difusas, donde como predijera Marx, todo lo sólido se desvanece en el aire, soy hija no sólo de mi tiempo, sino también de mi historia. ¡Qué difícil comprometerse con la historia con el espacio que habito y con el propio tiempo¡

Para esto en la construcción, confieso haber violado las fronteras tradicionales, ha sido la búsqueda que va desde la Historia de la Ciencia a la Sociología de la Ciencia, de esta, a la Historia de la Ciencia, la Filosofía, y la Epistemología, desde la Estética, de la Antropología y la Etnología a la Teoría de la comunicación, la Semiótica o la propia Lingüística, entre otras. De teórico a teórico de tendencia a tendencia en la indefinición del diseño, de las prácticas artísticas a las simbólicas en esta reestructuración ambivalente de la sociedad actual, denominado, creo que con humor por el teórico Canclini, como OSNI o OSPI, es decir objetos sociológicos no o poco identificados, donde la sospecha está en movimientos sociales de una multiplicidad política, económica pero también sociocultural radicalmente variada y variable, grupos humanos agenciados por las mas distintas practicas de creencias, simbologías, subjetividades, que anclan sólo a veces en “ contenedores sociológicos”, al decir de Canclini, cuando enarbolan alguna bandera de racialidad, identidad, origen, casta, clase y otras. Así y todo, con sólo detenernos a sospechar se involucra cada determinación tradicional en un nuevo universo simbólico que significa, sin duda, la necesidad, de una nueva cartografía, nuevos mapeados , nuevas coordenadas.

Sin embargo voces me hablan de mi misma, al igual que me hablaron los dioses de los ancestros de nuestro continente en Trinidad o en Cholula.

El problema fundamental, ha sido suficientemente señalado en las últimas décadas: a pesar de las contiendas teóricas del saber asoma, se hace visible, nuestra disputa de siglos, digo de las Ciencias Sociales y Humanísticas, por “nuestro lugar”, en la tradicional manera de la ciencia. El tránsito por este “mapa” del saber tradicional no lo explicaré en detalles, creo que todos lo hemos vivido de una u otra forma. Sólo me detendré en un punto: saber lo social es como la búsqueda del Santo Grial, o la Piedra Filosofal, en la mitología simbólica de los occidentales. Y el problema fundamental es, sin duda, la dicotomía irreconciliable establecida en una cartografía en que saber, significa desconocer “ el otro”, y aclaro, el otro-subjetividad, el otro-historia, el otro-contexto, el otro-nuevo, el otro-distinto, el otro-poder, creativo y resistente a lo establecido.

Hoy, ante la necesidad de decontruir, hay mucho de demolición de los signos estético-culturales tradicionales, empíricos como las pirámides, pero también hay olvido, o desplazamiento de la memoria.

Intentar contextualizar, historiar, subjetivizar, dar lugar a los deseos, seducir, apasionarse, siguen de alguna forma, siendo lugares exóticos para hacer saber seriamente o investigar con severidad. Sospechar, o bien del discurso de la verificalidad en nuestros resultados, o sentir malestar ante la objetividad a ultranza, o un historicismo universalista, son, creo, algunos de los vaivenes fundamentales de nuestros barcos y navegantes, nuestros encuentros y desencuentros, nuestro descubrir.

La sospecha, se convirtió en apocalipsis, y allí, es cierto, que difícilmente aparecía lo humano, decidimos quitar, desaparecer, demoler lo humano, so-pretexto de reconocimiento. Entonces, en una buena parte del discurso, sobre todo euroccidental, el cambio, la ruptura, la colisión de los estructurados contenedores sociales que conformaban tradicionalmente la sociedad, fue interpretada como “crisis” sin la dialéctica, y perdonen, que corresponde con la interpretación correspondiente al cambio.

Entonces, volvimos a fragmentar lo fragmentado, en una totalidad, determinada desde el único mercado, que convertido en hecho cultural y traducido en los discursos, poscolonizando, posmodernizando, trans-disciplinando, trans-culturizando, pospolitizando, posconstruyendo terminó dando “fines” donde había un cambio.

Desde lo humano, reconstruir es todavía una tarea pendiente. Y pienso en un mapa epistemológico de Nuestra América y todos y cada uno de los que la hacemos ser un lugar. El teórico de los no-lugares nos mira así:

Los colonizadores sólo vivieron aventuras regionales, periféricas, su relación con la universalidad nunca pasó por una verdadera experiencia de la pluralidad. Los colonizados vivieron, una triple experiencia relacionada con el descubrimiento del otro y que hoy nos es común a todos: La experiencia de la aceleración de la historia, la experiencia del encogimiento del espacio y la experiencia de la individualización de los destinos. [7]

Quizás esto sea motivo suficiente para encontrar en nuestros discurso el reconocimiento del elitismo y la colonialidad, y la comprensión de nuestro propio poder de seducción, somos otro territorio, pero aun navegamos sin las coordenadas que nos acompañaron siempre y que se invisibilizan hoy, la historia y la subjetividad, lugares donde existimos y por tanto desde donde debemos leernos en el discurso y el saber.

Lo que nos han menospreciado como objeto, lo humano, es territorio hoy de disputas cruentas, los científicos duros y los disciplinarios fuertes, nos disputan hoy ese lugar menospreciado en la epistemología científica tradicional. De aquí aparece ese discurso que intenta incluirnos, o casi, porque reasume lo humano en su totalidad científica y comienza a titubear, ante el hecho de que no existe la identidad sin alteridad, y que lo social, humano al fin, transita pero cambia el rumbo, acosado, inspirado, seducido, alucinado, obsesionado, deseante, en miles de bifurcaciones no acotadas en el mapa de la ciencia. En fin, me parece, que estamos en la ciencia tradicional hoy “complejizada”, pero seguimos acotados, de tal forma ante la dicotomía-antinomia tradicional arte y ciencia, pensamos en una solución de: paradigma ciencia-arte, sin meditar que un guión, como un nombre, son debidamente, fácilmente leibles si sospechamos.

Hija de la historia, ya lo confesé, para territorializar, recuerdo los intentos loables de José Martí, para quien el lugar político era leíble sólo si, por ejemplo, entendemos que:

No hay odio de razas, porque no hay razas. (…). Peca contra la humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas.[8]

O si no se ha comprendido que:

(…) la cultura no ha tenido todavía tiempo de distribuirse en la masa con la abundancia necesaria, para que consuma con una demanda legítima y firme esos productos de cultura acumulada que se llaman arte y letras; -azogada en las venas nuestra sangre ardiente por la transfusión desmedida e incesante de las ideas gloriosas que todavía son sueños, o realidad casi impalpable, en los mismos pueblos seculares y maduros que las crearon;–solicitados los espíritu por las necesidades de la vida, que en nuestros pueblos nacientes fuerzan a los hombres de cultura inútil a oficios de parásito o a oposición interesada, a la vez que estimulados por esa magnífica fiereza, divina hija del sol de nuestros montes, a erguirse como dioses a quienes se priva de su escabel de nubes, cuando falta en el aire que respiran ese respeto a la persona humana que hace grandes a los pueblos que lo profesan y a los hombres que

Viven en ellos, y sin el cual los pueblos son caricaturas, y los hombres son insectos[9]

Es decir, primero, para el discurso político martiano, y su discurso es siempre político, la cultura no es la clausura de artes y letras venidas de otra parte, tiene que ser, primero, derecho legítimo y deber para con las mujeres y hombres, es abierta, por eso mismo, la sociedad misma es para él, cultural, siempre que nos asomemos a ella, en el saber, desde su propia historia, y propia historia, es no colonizada, no colonizada significa en Martí, saber, poder y deseo.

Segundo, venido del Caribe, de nuestro “territorio”, es hijo de una mezcla étnica peculiar, en nuestras islas somos herederos de una multiplicidad racial, que nos ha colocado en posiciones extremadamente difíciles cuando queremos racializar en contenedores las habituales disputas raciales de la historia. Recuerdo a Benedetti, querido, queridísimo Benedetti, cuando nos poetiza la metáfora racial afirmando que nos acompaña lo mulato en los cuatro puntos cardinales.

Lo mestizo en “ajiaco”, como afirmara Don Fernando Ortiz, así determinó el despliegue de su concepto de transcultural, como necesidad de sobrepasar epistemológicamente “un lugar” no acotado a ningún mapa: la mezcla, lo difuso, lo amalgamado de nuestro humano-racial, que no era sólo racial. Somos no sólo sincretismo biológico, somos sincréticos-deseados, impactados por fuerzas de poder que también lo fueron del deseo, deseo y poder de territorio, que se convirtió en territorialidad (agenciamientos y pertenencias múltiples y difusos), en la subjetividad el lugar, y el cuerpo.

Bien lo precisa Certeau:

“…el conquistador va a escribir el cuerpo de la otra y trazar en él su propia historia (…) va a hacer de ella el cuerpo historiado-el blasón- de sus trabajos y de sus fantasmas. Ella será América “latina”…[10]

Más tarde, todavía, con algún titubeo poético frente a la obsesionada ciencia, nos nombramos como real-maravilloso o realismo mágico. ¿Estaríamos afirmando ser otros-exóticos o folclóricos, o todavía no encontrábamos el contenido de la denominación de lo real-nuestro?, en cualquier caso, a partir de nosotros intentamos mucho, mucho antes, de las declaraciones de que lo virtual (como real) es nuestra única experiencia.

En la historia del saber de nuestras islas, algo confuso de nuestras mezclas han constituido nuestras relaciones y nuestras miradas sobre él. Ellos, los más lúcidos y mejores, querían, cambiar y radicalizar, el discurso. Les brotó metafórico, por tanto el mapa cognitivo sabe a relato poético, que es también discurso político. Pretende seducir, cuenta un territorio donde “la obra” histórica, de futuro, debe ser realizada desde la subjetividad seducida, casi con fe, a veces hasta como creencia…

Para algunos teóricos, después, mucho después, y una vez más, había que fragmentar semejante exotismo, más que exotismo, insulto, de mezclar la poesía con la política, la historia y la ciencia… pero ya lo decía, me siento hija de esa herencia, y lo confieso, antes que los denominados “de la sospecha”, ya yo lo había aprendido en el discurso desplazado cartográficamente de la epistemología al uso por José Martí. En sus magníficas y difícilmente superadas revistas para los niños, “La Edad de Oro”, me había conversado de la vida y la muerte, que los hombres tienen manchas como el sol y que Meñique, que cabía en la bota de su padre, se casó con la princesa, porque era ingenioso, porque para Martí, tener talento era tener buen corazón.

Con tales lecciones no resulta difícil asentar que el espacio-tiempo, y el territorio, somos nosotros mismos. Lo humano, lo social, son el lugar, un lugar construido o destruido, nombrado y transformado por “ nosotros” en cada paso del contexto , en nuestro habitar , transitar el mundo, y nada podrá ser leído en la ciencia sin este principio. Deberíamos, como también afirmó, alguna vez Certeau sobre el 68 francés: al fin, tomarnos la palabra. Entender como Ogarrio que:

Ahora más que nunca es necesario ejercer desde América Latina un cruce estratégico de saberes, de poéticas, de historias puntuales sobre procesos culturales marginados , y así crear las herramientas necesarias para construir cartografías con mayor profundidad sobre nuestra condición cultural, estética y política, sobre nuestras tradiciones y rupturas, que nos coloquen en posición de detectar otras formas de racionalidad hasta ahora silenciadas y muchas veces portadoras de lecturas creativas sobre las contradicciones de América Latina. [11]

De tal forma, y sin apocalipsis, puedo admitir dos cosas: el mundo actual toca a nuestras puerta con dos realidades complicadas, lo que parecía sólido se desvanece, significa la necesidad de encontrar “ una dirección en la mirada”(desde el saber y las prácticas), parece ser necesario reconstruir los objetos y problemas del saber, los métodos y sus expresiones en resultados, con memoria, conocimiento de todo lo que hoy se discute, pero sin sujeciones de espectáculo, sin querer hablar siendo el otro, lo somos, como el otro, pero a un tiempo. Segundo, tal reconstrucción extremadamente difícil, no puede ser desmemoriada, no puede ser ejercida desde ninguna parte, desde ningún lugar, desde ningún contexto, desde ninguna historia, debe ser vista, y hecha visible, desde la territorialidad como lugar de resistencia, ¿por qué no?, esto sería, al menos para mí, mirar desde la cartografía en la que habito objetiva y subjetivamente, desplazarme en los diversos grupos humanos apreciando su diferencia como identidad-alteridad, e intentar, al menos intentar, construir el saber que alerte a la sospecha para aquellos, que en definitiva, queremos estrategias de cambio.

¿Por qué estrategias de cambio?

Según Certeau:

La manipulación proviene de “un lugar”: dependencia de un poder establecido por otros, dominio de las técnicas que se refieren a las estrategias sociales, juego con los símbolos y las referencias que tiene autoridad ante el público.[12]

Por tanto el reconocimiento “del lugar de la manipulación” es un buen inicio. Hoy es el lugar donde no sabemos si habitamos, cuyo origen está en los Estados Unidos de finales del siglo XIX, en ese que denomina Martí “ pueblo de astros”, mezcla de lo infantil y lo maravilloso, pueblo deseante. Este lugar es el de lo real difuminado en simulacro, a través de la red, un umbral (tercero según Brea) líquido (Bauman), una, ya no posmodernidad, sino sobremodernidad de no-lugares, o hipermodernidad del ultraindividualismo que nos deja ante el desierto, al parecer de lo real, porque Matrix es nuestra propia experiencia colonizada. Sin olvidar ¿por qué no, las estadísticas? ¿Para cuantos hombres y mujeres del planeta hablamos cuando teorizamos sobre estas cosas? Recordando a Canclini: somos ¿ciudadanos, desconectados o consumidores, o mejor, ¿cuántos somos unos o los otros?

“La gran transformación”( Polanyi) se produjo y hoy el mercado es el centro, mercancías como hechos culturales, cultura convertida en industria, y con perdón de los teóricos, no es suficiente hacer dos contenedores, uno para el consumo y otro para el consumo cultural por simbólico, son uno y lo mismo, tampoco es suficiente, con perdón también de los teóricos, inventarnos pasos, cruces, senderos que burlen al poder de la totalización y lo homogéneo, la colonialidad es usurpación de la territorialidad subjetiva, en juego está la esperanza, porque esta denominación pertenece al mapa de los afectos y deseos, sin sujeción.

Entonces como ya recordara Derrida desde Lenin ¿qué hacer? Es pregunta pertinente. Sin apocalipsis las herramientas del poder pueden y deben ser reconstruidas y construir una que otra para nosotros, los otros, el otro-sospecha, el otro-cambio, el otro-resistencia, el otro-ruptura, el otro-radical, con el propósito de cambiar, sospechar no es suficiente, definitivamente el matiz de la denominación crisis, que hoy clausura no sólo los discursos sino las prácticas mismas, más, a nosotros mismos.

Es cierto lo que nos cuenta Herrera Isla:

“Envejecidas parecen coexistir las habituales formas de comunicación y relaciones humanas: asambleas gremiales o partidistas, radio, prensa escrita, carteles, reuniones comunitarias.

La sociedad que surge del entramado mediático las arrincona porque las redes actuales son suficientes para una sociedad que se proyecta más individualista que todas las anteriores. Es el individuo conectado en la oficina, auto, avión, café, casa. (…) En una operatoria de integración a los nuevos tiempos, el hombre se enchufa a los equipos y desaparece de los escenarios tradicionales de encuentros.”[13]

Pero estamos en disposición y posibilidad, de no leer el otro sólo como reconocimiento- o no- mas allá de nuestra identidad (para Guattari “racismo occidental”), y resistir no sólo significa individualizarnos en el espacio alienado del individualismo. En decontruir como principio de sujeción instituida que los medios de comunicación, que hacen aceptar en la subjetividad, la propuesta homogénea del poder como inevitables a través del deseo. Las nuevas tecnologías pueden ser herramientas privilegiadas para la resistencia y la creación de lo nuevo. La Red (Castell) no sólo es el lugar que configuran nuestra subjetividad y construyen nuestra matriz de sujeción. Ellas como nuevos espacio-tiempos ofrecen nuevas posibilidades de relaciones (conexión), por tanto deben ser estudiadas como nuevas formas de construcción de comunidades para la transformación, el cambio y la resistencia.

La subjetividad, que hoy se encuentra en la ambivalencia entre la autonomía y la soledad, debe ser autoconstruida para la transformación política que pasa por la construcción de sentidos compartidos, discursos colectivos, símbolos públicos compartidos por el deseo de la misma resistencia. Hay que conformar herramientas para transformar las subjetividades hay que constituir una subjetividad negando la dependencia (Butler). [14]

Existen posibilidades de transformación de la subjetividad, hay otras formas de interpretar, sentir y gustar, además de actuar a través del saber, el poder y el deseo.

Comencemos a hacer una crítica efectiva desde nuestro lugar, en nuestra territorialidad, que mire el desplazamientos de las prácticas, sociales, políticas, culturales y estético-artísticas y que mirándolas sea pertinente para las estrategias de cambio. Es urgente, podemos desaparecer, en el sentido más verificable y empírico, pero también en el sentido humano.

De tal forma, los mapas poéticos de los primeros cartógrafos, sin líneas rectas, e intentando explicarnos lo humano del asunto, deben servir para recordarnos que existen muy diversas modos de mapeado, al menos yo, me siento comprometida con una cartografía al fin social y humana, entendida en el sentido martiano: como “mejoramiento humano” y una territorialidad que, me atrevo a decir, correctamente entendida, sería en sus relaciones histórico-contextuales, (lo que significaría que decir territorialidad contextual, resultaría una tautología), que traspasa las fronteras cartográficas tradicionales, y que sólo puede ser entendida en las difusas fronteras de agenciamientos y pertenencias que sólo cobran sentido en los intereses, selecciones y finalidades, deseo, poder, sujeción, dominio y resistencia. Un objeto, en fin, que no sólo remite a la realidad física, sino a la subjetividad al fin construida críticamente, descolonizada

Nos ayudara, a todos, en encontrar nuestro lugar, aun en nuestros desplazamientos difusos. A pesar de los aeropuertos y la seducción de los supermercados, el espectáculo del capital, las migraciones y los procesos identitarios complejos. Sería inventarnos una brújula, coordenadas diría, que seguramente alguien llamaría de otra forma, que nos hiciera poder habitar aquí, en el verdadero reino, que según nuestro Alejo Carpentier, es el mundo, es el del hombre y la tierra y que es el único.

 

Bibliografía

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  4. —————-Paisajes – heterotopías – transculturalidad : estrategias de hibridación en las literaturas latino/americanas: un acercamiento teórico.
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  10. Geertz , C:Géneros confusos: La refiguración del pensamiento social* American Scholar, vol. 49, N° 2, 1980.
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[1] de Certeau, M.: El Oficio de la Historia, La Escritura de la Historia, Michel de Certeau. Universidad Iberoamericana Instituto Tecnológico y de estudios superiores de Occidente. México 2004 .p. 60

[2] Coordenadas epistemológicas, se entienden como conceptos y relaciones conceptuales de máxima abstracción que desempeñan la función gnoseológica y metodológica: fijar una posición y orientar la mirada en una dirección necesaria ante la dispersión conceptual presente en la teoría actual; ellos se construyen con relativa independencia de las prácticas (la abstracción como recurso) pero teniendo como base un contexto dado(manifestando la emergencia histórica de partir de problemas actuales) por tanto, no son nociones fijas, sino que deben construirse y reconstruirse en su relación con las urgencias de las mismas prácticas. Construcción teórica, resultado del Grupo de Investigaciones sobre Estética, Cultura y Arte(GISECA) del Instituto de Filosofía.

[3] Guattariwww.scribd.com/…/Felix-Guattari-Las tres Ecologías.

[4]Ibíd. anterior.

[5] Maturana www.sintesys.cl/complexus/revista3/IvanOliva.pdf

[6]www.monografias.com › Estudio Social -

[7]Auge, M.: Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Editorial Gedisa. 1998 Barcelona p.138

[8] Martí, José: Obras Completas. T.6, pag.22.

[9] Ibídem anterior. T. 6, p. 20

[10] De Certeau, M.: Prólogo a la segunda edición. El Oficio de la Historia, La Escritura de la Historia, Michel de Certeau. Universidad Iberoamericana. Instituto Tecnológico y de estudios superiores de Occidente.

[11] Gustavo Ogarrio. El lugar que viene de lejos .cartografías contemporáneas de la cultura latinoamericana año i, número 5 y 6, octubre2003-enero 2004

[12] Certeau, Michel: obra citada. P.

[13]Herrera Ysla, Nelson: Comunicación en tiempos difíciles, uno más cerca del otro, 7ma Bienal de La Habana, Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam, 2000 – 2001

[14] Citado en: Gil, Eva P.: Ultraindividualismo y simulacro en el Nuevo Orden Mundial: Reflexiones sobre la sujeción y la subjetividad( Tesis Doctoral) 2004 P. 11

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