Presentación del libro: “Alteridad y exclusiones”. Silvana Rabinovich

El libro que hoy presentamos es fruto de un “deber de alteridad” (p. 22) y propone una “política de la alteridad en defensa de la dignidad del extranjero”. No es frecuente en estos tiempos toparnos con obras académicas que combinen compromiso con rigor, hoy somos testigos de una de esas felices ocasiones. Este libro –adelantemos: necesario, esperado- es fruto de un intenso y prolongado trabajo de discusiones entre personas provenientes de diversos horizontes discursivos. Sus páginas están hechas de diálogo y de traducción. Afortunadamente no tiene pretensiones de ser “diccionario” porque no es un mero receptáculo de dicciones (que simularía un estrecho pluralismo de objetividad siempre dudosa) sino que se escuchan en él voces (o más precisamente pro-vocaciones) que provienen de la escucha y son fertilizante para las discusiones actuales.
Es un libro original tanto en su estructura como en el planteamiento de los elementos para el debate. Presenta la impronta de una mirada fuertemente crítica a problemáticas actuales (sobre todo en temas concernientes a género o movimientos de resistencia). Su originalidad se manifiesta en la escritura “gestual” que lo caracteriza: compuesta de lemas, emblemas y estudios de vocabulario. No espere el lector ortopedia discursiva: aquí se exponen las heridas del discurso, se trata de escritura gestual (en lenguaje del arte contemporáneo podríamos leerla como “intervenciones” –eso sí: respetan el orden alfabético-). Si los lemas son argumentos pro-vocadores (cuya función es inquietar al lector para que se sienta impelido a prestar su voz: tanto leyendo en voz alta para escuchar las voces en pugna que bullen en el breve texto como para hacer escuchar su postura al respecto); los emblemas pintan imágenes de pensamiento de una audacia tal que en cierto modo en pintura recuerda al fovismo. Las autoras de lemas y emblemas son las coordinadoras de este maravilloso volumen (que sin duda dará que hablar). Se trata de Ana María Martínez de la Escalera y Érika Lindig, cuya escritura a cuatro manos suena cada vez mejor. (Pero por favor: no sean lectores sumisos, lo primero que habría que desobedecer es la recomendación de leer con rapidez el “repertorio de pequeños lemas, emblemas o consignas” ya que, a decir de Ana María en la p. 11, “sólo pretende introducir una cuestión o argumentos específicos que son tratados generosamente por los estudios y ensayos”). Como se podrán imaginar: bien leídos, esos pequeños textos generan en quien los lee un torbellino de reflexiones.
El libro Alteridad y exclusiones. Vocabulario para el debate social y político constituye una contribución importante, audaz y muy original, desde la filosofía, para los debates transdisciplinarios sobre temas que conciernen tanto a la ética como a la política (que atañen a la experiencia, a la memoria, a la violencia, a la alteridad, al cuerpo, a la vulnerabilidad, entre varios otros igualmente urgentes). Advierto a los lectores que no hallarán sosiego en sus páginas indómitas, que leerlas es un ejercicio tanto físico como de lucidez. Olvídese de la poltrona: póngase ropa cómoda antes de sentarse a leerlo y arremánguese bien (quizás en algún momento hasta necesite un trago fuerte para encontrar el valor y las palabras que le permitan acoger este haz de interpelaciones). Es que se trata de una lectura que impide la distancia flemática (tan aplaudida en los corredores filosóficos que siguen siempre en boga). Si usted se considera un burócrata en busca de palabras hueras para alimentar un discurso ético y político autocomplaciente (de esos que imperan en todas partes, incluso en la academia) ¡aléjese de este libro! Usted corre el riesgo de ser apresado por un deseo irrefrenable de justicia que lo inducirá a una crisis severa de identidad. Ahora bien, si usted se considera un lector sin miedo, este libro es fuente de bravura, lucidez e ingenio, y sobre todo, de estremecedora honestidad.
Para finalizar, quiero señalar y agradecer los numerosos elementos iluminadores ofrecidos por las lecturas que entraman este libro para un debate tan urgente y vital. Hago votos para que este debate político filosófico continúe y se extienda a otros ámbitos (tratando, por ejemplo, en un segundo momento, de la ecología -como urgencia de plantar cara al extractivismo asesino-, la crisis y soberanía alimentarias, la educación, la vejez, la salud, el trabajo, las fronteras, las instituciones, la guerra, la paz social, el castigo, lenguas y leguajes, religiones y otros tantos temas que afectan a la vida política y social). Con esto auguro la iniciación de una colección de varios volúmenes.
Por todo lo antedicho, y porque se trata de una mirada aguda, implacable y a la vez obstinadamente esperanzada, me hago eco de las palabras (benjaminianas) de Ana María Martínez de la Escalera: el Vocabulario que aquí presentamos, en tanto experiencia de alteridad, “simpatiza con el futuro”.

Silvana Rabinovich