Una lectura crítica sobre la historia del Trabajo Social en Brasil – Aportaciones a las Estrategias Feministas

Este texto es una versión preliminar leída el 25 de noviembre de 2009, en el evento Coloquio anual de estudios de género.

Teresa Kleba Lisboa
Escribir es un asunto de devenir, siempre inacabado, siempre en curso, y que desborda cualquier materia vivible o vivida (Deleuze, 2009)

A partir de mi experiencia como docente en el Curso de Trabajo Social en Brasil, y a través de mi participación en grupos y organizaciones sociales a lo largo de aproximadamente 20 años, me llamó la atención que en el proceso de construcción del conocimiento, el Trabajo Social tuvo más desencuentros que encuentros con las cuestiones de género, y que, una práctica constituida por 95% de profesionales del sexo femenino que atiende mayoritariamente a mujeres en su trabajo cotidiano, permanece distante y ajena de las luchas más significativas de los movimientos feministas.

Por eso propongo discutir y problematizar la construcción del conocimiento en el Trabajo Social, argumentando que el desencuentro entre Feminismo y Trabajo Social produjo un estatuto académico y una administración del saber que reproduce la cuestión de género y legitima la dominación masculina.

La crítica a esta historia, enfoca la cuestión del conocimiento en relación con la dominación, a partir de lo que Foucault llama de una des-sujeitación, ejerciendo la crítica como un proceso de lectura que se abre para el debate en función de una pluralidad, la crítica “como una arte de la in-servidumbre voluntaria, el arte de la indocilidad reflexiva (…) (1995, p. 5).

Una primera crítica al Trabajo Social se dirige a los estatutos académicos de la profesión. En su proceso histórico de consolidación en Brasil y en la mayoría de los países de América Latina, el Trabajo Social sufrió un fuerte sometimiento o “sujetación” a un tipo de saber euro céntrico, androcéntrico y colonizador que dejó marcas profundas en la profesión. Desde sus inicios el Trabajo Social en Brasil tuvo como base los principios de la doctrina social de la Iglesia, que imprimieran en la profesión un “espirito de apostolado”, una profesión dedicada à mujeres, como una “vocación”, con roles específicos definidos por la sociedad para las mujeres, como: la tutelaje, el cuidado, la abnegación, la entrega de sí, “ser para los otros”, ayudar, en fin, “naturalizando” la responsabilidad de la profesión afirmando que el Trabajo Social es una carera destinada mayoritariamente a las mujeres.

Más tarde, con el objetivo de secularizar la profesión, o sea, laicizar la profesión, el Trabajo Social en Brasil adoptó el discurso del funcionalismo positivista. La tradición científica positivista buscaría la verdad partiendo de una concepción de la ciencia caracterizada por la neutralidad, por un lado, y por una lógica y una metodología totalmente inmunes a las influencias sociales, por otro.

En los años 1960 hasta 1980, aproximadamente, ocurre en Brasil y América Latina el Movimiento de Reconceptualización de la profesión de Trabajo Social. Este movimiento tuvo un importante rol, en la medida que pretendió romper con las teorías eurocentricas y trabajar a partir de la realidad del pueblo brasileño. Pero, al incorporar la teoría marxiana (marxista), la profesión sufrió la imposición de una tendencia homogeneizadora de construcción del pensamiento social, a través de una teoría universal, priorizando el enfoque de clase, sin considerar la heterogeneidad del pensamiento a partir de las dimensiones socio-históricas y culturales que emergen en lo cotidiano de las prácticas, entre ellas las diferencias sexuales, de identidad y de género.

Una segunda crítica está dirigida a la institucionalización de la profesión: ¿Cómo se procesan los poderes, cargos de dirección, representaciones políticas y las correlaciones de fuerzas en las Instituciones que poseen Trabajadoras Sociales? ¿Qué efectos de saber y poder tienen las Instituciones sobre el Trabajo Social? ¿Qué tipo de Instituciones contractan Trabajadoras Sociales? ¿Serían las Trabajadoras Sociales Burócratas contractadas por el Estado para representarlo junto a las políticas sociales? ¿Quién elabora las políticas sociales? ¿El Estado, las Trabajadoras Sociales o los sujetos involucrados que demandan las necesidades? Que rol desempeña la academia en este proceso de mediación?

La academia también es una institución donde se ubican relaciones jerárquicas, de poder y saber, en fin, de dominación. En Brasil existe una Asociación Brasileña de Enseno y Pesquisa en Trabajo Social – ABEPSS, que define las directrices básicas del Currículo de todas las Escuelas de Trabajo Social del País. A partir de 1993, según estas directrices, el fundamento teórico de las disciplinas que se enseñan en las Escuelas de Trabajo Social debe seguir una perspectiva crítica basada en el pensamiento marxista. Desde esta perspectiva, la cuestión social es el objeto del Trabajo Social, pero una cuestión social entendida como la “contradicción entre capital y trabajo” basada en los presupuestos de la teoría crítica (entendiendo por teoría crítica la teoría marxista).

La angustia de la mayoría de los estudiantes en los campos de práctica es la contradicción entre la teoría y la práctica: ¿“cómo aplicar la teoría marxista con los parámetros que no condicen con la realidad ni con la demanda de los sujetos atendidos por las Instituciones?” Como analizar, por ejemplo, la situación de una niña que sufre violencia sexual a partir de la teoría marxiana? ¿Cómo responder cuestiones que necesitan diferentes dimensiones de análisis en sus mediaciones teóricas: es la división sexual del trabajo natural? ¿Por qué el trabajo doméstico y el cuidado de los enfermos, personas mayores de edad, niños y niñas no son remunerados, ni valorizados? ¿Por qué ocurre la violencia en contra de las mujeres? ¿Dónde y cómo se produce esa violencia? ¿Hay un “discurso técnico” específico del Trabajo Social? Para responder esas cuestiones necesitamos extrapolar las mediaciones de clase, aproximarnos de otras contribuciones teóricas, de parámetros que traspasen los estudios de género, de raza/etnia, que a su vez se fundamentan en otro tipo de saberes.

La tercera e ultima crítica es al “discurso técnico” utilizado en las Escuelas y Cursos de formación del Trabajo Social. ¿En una categoría como “cuestión social”, definida por la ABEESS como el “objeto de la profesión”, o sea, como “discurso técnico”, ¿qué es lo qué el reduccionismo de esta categoría no deja ver? El marxismo con su discurso de emancipación política consiguió superar el trabajo asistencialista demandado por las Instituciones que contractan Trabajadoras Sociales? ¿Podremos trabajar a partir de un único discurso? Entendemos la apropiación de un discurso como la apropiación de una política de la verdad que genera marginalización. ¿Pode haber una “política de la verdad”?

¿Cómo Trabajadoras Sociales, qué técnica podremos utilizar para “sacar” de los sujetos un discurso propio, de sus experiencias, o sea, cómo podremos saber “o que hacen y que piensan las mujeres”, los sujetos con los cuales trabajamos, pero a partir de sus experiencias contadas en un discurso “no colonizado”. Un discurso que no pase por el filtro de los saberes dominantes ¿Cómo deshacernos del discurso hegemónico que está cristalizado en la academia y transmite la dominación? Qué estrategias de resistencia podremos crear para des-sujetarnos de esta dominación, de esta colonización y subalternidad a lo eurocentrismo?

Es necesario, entonces, poner en relación la historia de la Institución Trabajo Social con los saberes que la constituyeran, con las relaciones de dominación y sometimiento y con los modos de subjetivación de la mayoría de las profesionales. La estrategia feminista implica, necesariamente una labor filosófica porque conocer y ser no pueden separarse. Estrategia feminista, en este contexo, es traer a toña la historia de apropiación de un saber dominante, es transformar las Trabajadoras Sociales en sujetos históricos, es dotarlas de herramientas para deslegitimar la visión establecida y androcéntrica de la realidad social, hacerlas entender el sujetamiento de nuestra profesión, que ha pasado por inúmeras crisis, justamente porque el discurso dominante impuesto por la academia, no condice con las prácticas del cotidiano que involucran incesantemente cuestiones de la vida, no solamente de clase, pero sobretodo de género, generaciones, raza y etnia y otras dimensiones del saber.

Pensamos que el Trabajo Social, para des-sujetarse del pensamiento dominante que hice parte de la historia de la profesión debe aproximarse de las estrategias feministas rescatando la historia de esos ejercicios de apropiación y reapropiación de un saber, de su sometimiento a una única verdad. ¡Es necesario inventar, reinventar una nueva forma de producir conocimiento en el Trabajo Social!

Bibliografia

DELLEUZE, Gilles. Crítica y Clínica. Barcelona, Anagrama, 2009 (tercera edición)

FOUCAULT, Michel. Crítica y Aufklärung [“Qu’est-ce que la Critique?”] Revista de Filosofía-ULA, 8, 1995. Traducción de Jorge Dávila

BUTLER, Judit. ¿Qué es la crítica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault.

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