A la asamblea
Cuando proponemos la elaboración de un vocabulario crítico de los movimientos sociales, intentamos poner en marcha una modalidad de escucha que resista a una práctica autoritaria, muy habitual, de las disciplinas humanísticas, de la cual no estamos exentas. Se trata de la imposición de un vocabulario conceptual para la descripción y el análisis de determinados objetos (culturales, históricos, sociales, políticos, etc.) que, por su nivel de generalidad, no logra dar cuenta de la especificidad de las formas de la experiencia que pretende describir ni de la innovación en las prácticas que ahí tienen lugar. Frecuentemente, cuando las humanidades llegan a tomar la palabra de los movimientos sociales, la toman justamente en calidad de objeto para la elaboración de sus propias teorías. El interés de este nuevo vocabulario es dar lugar a la toma de la palabra de los movimientos, en los usos políticos que los propios movimientos inventan. Los términos conceptuales adquieren, en estos usos, nuevos sentidos y nombran prácticas de reinvención de lo político. Apostamos por la posibilidad de aprender lo que la memoria de estas prácticas de reinvención nos puede enseñar, a la vez que contribuir a la defensa de la dignidad de la palabra y de las prácticas de los movimientos.
*Parte del texto presentado por Erika Lindig durante el 2do. Coloquio Internacional “Heteronomías de la Justicia: territorialidades y palabras nómadas”