[La socialdemocracia] Se complacía en atribuirle a la clase obrera el papel de redentora de generaciones futuras. Con ello le cercenaba el nervio de su mejor energía. En esa escuela la clase desaprendió tanto el odio como la disposición al sacrificio. Pues ambas se nutren de la imagen de los antepasados avasallados, no del ideal de los nietos liberados.
Walter Benjamin, Tesis XII, Tesis de filosofía de la historia
¿Como hacer memorias de las luchas de los pueblos, de las comunidades, de los movimientos sociales, que no se confundan con una memoria de las victorias obtenidas en un combate, con una memoria de las ganancias entendidas en términos de la utilidad y del usufructo? ¿Habría memorias de las luchas que no requieran el concepto de triunfo, la sombra de la euforia, la arrogancia del vencedor y de la humillación del vencido, la vergüenza de haber perdido? Nietzsche en Humano, demasiado humano escribía que “La buena victoria debe alegrar al vencido”. Es decir, ¿sería posible conceptualizar una memoria de las luchas sin concebirla como la narración de un combate, sin que se constituyan en el recuento de ordalías en donde se probó la superioridad o el sometimiento? ¿De las memorias de las luchas es dable extirpar las crueles fiestas del vencedor que erigen monumentos alados y arcos triunfales? ¿De esas memorias podemos, debemos arrancar la desolación del vencido?
*Parte del texto presentado por Francisco Barrón durante el 2do. Coloquio Internacional “Heteronomías de la Justicia: territorialidades y palabras nómadas”