Programa de radio Mujeres a la tribuna del jueves 6 de agosto de 2020. La Dra. Ana María Martínez de la Escalera trata la cuestión de “Pandemia y tecnologías de la solidaridad”.
Puede escucharse el programa acá.
Programa de radio Mujeres a la tribuna del jueves 6 de agosto de 2020. La Dra. Ana María Martínez de la Escalera trata la cuestión de “Pandemia y tecnologías de la solidaridad”.
Puede escucharse el programa acá.
https://youtu.be/ivYBetdz52A
Evento realizado el 20 de junio de 2020 en el Museo de la Mujer.
“La memoria construye el pasado discursivamente y lo hace desde espacios de enunciación múltiples, cuya marca nos interesa pensar como colectiva; ella refiere al pasado, y al hacerlo resiste, pone en cuestión las narrativas formuladas desde los poderes simbólicos, materiales, fácticos; además, señala sus efectos, es decir, tiene una dimensión crítica.
De esta manera, la memoria se hace acompañar de la potencia política (retórica) del discurso, de la fuerza de invención colectiva la cual promueve relaciones que cuestionen el orden de la experiencia, las narrativas vencedoras (Benjamin) y aquellas que intentan apropiarse del sentido. Su acción crítica nos permite reparar en aquello que acusan los silencios, busca enfatizar lo que ha sido borrado, obliterado.
Pero las memorias –por ejemplo de las luchas– son disputada discursivamente por fuerzas que buscan apropiarse el decir sobre el pasado y del orden que éste ayuda a instaurar, recordemos que el archivo instituye y conserva (Derrida).”
Parte de la presentación al número de Circe Rodríguez
En el número aparece dos artículos de integrantes del #SeminarioAE:
Cuando pensamos la violencia normalmente lo hacemos a través de un discurso que la plantea en relación con una institución estatal o con una fuerza salvaje. Nuestro discurso, con el que hablamos de la violencia, depende de nuestro lenguaje político. En su ausencia, o en exceso de lo político, es que aparece la violencia: o nos someten, o nos dejan sin instituciones que nos protejan. Las coordenadas en las que se coloca la violencia dependen de un plano político bien determinado casi siempre: “el estado nos violenta” o, acaso, “hay que exigir a la institución que nos cobije de esta fuerza desmedida que nos ha herido”. Pero, ¿se nos escapa alguna forma de violencia al quedar situados en este plano político? ¿Una violencia que ni siquiera podríamos decir?
Y si este plano político es donde ponemos la violencia, por otra parte, una imagen nos da la configuración para describir sus efectos y procedimientos. Es que la violencia, por las imágenes de imposiciones explosivas que conducen nuestro pensamiento de ella, siempre es para nosotros desmembramientos de cuerpos, heridas profundas, hambre provocada, imposibilidad en los deseos, producción de vulnerabilidad… La violencia no puede ser callada o silenciosa, no puede acontecernos “de modo inaudible“. Todo un escándalo. Esto último nos gusta pensarlo con los discursos del poder, de la alienación, de la manipulación, la fuerza y la propaganda. Nos gusta ilustrar la violencia como un estallido. Momentáneo o que perdura, eso no importa mucho, se trata de un arrebato, una exaltación, un bombazo y un estrépito que nos gusta decir que es intolerable y que no debe permitirse.
¿Y si pudiéramos elaborar un discurso en el que la violencia fuera “la más silenciosa” de nuestras horas? ¿Y si experimentamos con nuestros discursos para decir toda nuestra violencia que no cabe en ese discurso político ruidoso? ¿Existe esa violencia? Experimentemos con un discurso más estético, digamos. ¿Y si tratamos de decir la violencia desde la experiencia o desde la sensibilidad corporal podríamos pensarla de otra manera?
INTRODUCCIÓN
Hay que enunciarlo sin contratiempos: no habría manera, el día de hoy, de pensar la subjetividad, si no se lo hace políticamente. La reafirmación de la reflexión contemporánea sobre las subjetividades —de acción, de enunciación, de sensibilidad, de pasión, etc.— sólo es posible llevarse a cabo si se acepta lo político como su ámbito. Y si se trata de pensar lo político, en el día de hoy, habría que dejar de lado una inmensidad de hábitos de pensamiento, y habría que diagnosticar (describir-inventar-críticamente) más bien, la constelación problemática de lo que acontece realmente como este hoy. En esta constelación es cada vez mas urgente repensar unos problemáticos actores politicos contra los modos contemporaneos de concebir la subjetividad: ahistórica, apolitica, presente e idéntica a sí misma, manipulable.
Gilles Deleuze, Jacques Rancière, Judith Butler, tratan de pensar esa constelacion problematica de lo politico y el quién adecuado a ella. Y es que su labor teorica se confunde con una diágnosis crítica de la constelación gobernante que tiene como componente la fragmentación de las contiendas políticas y la desaparición de un sujeto revolucionario total con la figura del proletariado, incluso del pueblo. Tales problematicas son contiguas a —si no es que provocan- transformaciones en las maneras de ejercer el poder y el control de los cuerpos para unos mayores y mas eficaces sometimiento y explotación, que se eiercen ahora de unas maneras mas singulares y locales, mas adecuadas a las circunstancias. Alain Badiou ha determinado claramente la cuestion como “los límites de nuestro pensamiento sobre el problema de lo negativo y de la organización política”.