Tecnologías del yo/individuaciones no personales

Fragmento de la conferencia dictada durante el 1er. Coloquio “Cuerpo, Resistencia y producción de subjetividades. Deleuze y Foucault: resonancias y complicidades”

Francisco Barrón

Se ha hecho común el día de hoy, y de nuevo, en los movimientos político-sociales dar por hecha una cierta configuración producida de aquel que hace lo político. Dar por sentada una forma producida de, usemos de nuevo la palabra, sujeto político. Pero lo relevante no es que reaparezca el sujeto -en ciertas ocasiones defender una figura de sujeto puede ser adecuado-, no se trata de atacar sin sentido de nuevo al sujeto, como si de una plaga se tratara, lo que parece que debería llamar nuestra atención es el uso empirizante del concepto producción de subjetividades. Lo interesante, repitamos, es que en esos movimientos se asume un cuerpo producido por formas de opresión, violencia, sometimiento que funcionan de modo parejo y a las que que, por cierto pase mágico, puede resistir, contraatacar. Se dice ahora: “tal colectivo político se ha levantado para resistirse a esas relaciones sociales opresivas que lo han producido tal como es”. Pero allí valdría la pena ser prudentes.

Pues si bien lo mejor es solidarizarse con los colectivos en resistencia, dejar de ejercer el pensamiento implicaría deshonestidad, una alianza inconfesada, cierta forma de la despolitización. De allí que valdría la pena volver a cuestionar sobre los procedimientos de producción de cuerpos resistentes o en lucha. Pues lo importante aquí no es la conceptualización de los mecanismos de producción de sujetos, sino cómo nos conviene pensar que somos producidos por los mecanismos de sometimiento, explotación, opresión, para poder hacerles frente, creo, de manera más eficaz. ¿Acaso no parece que nos metemos en una aporía política cuando defendemos que aquellas individualidades o colectivos que luchan por liberarse, emanciparse o tener una vida digna, fueron producidos por esos mismos mecanismos a los que resisten? Como si las máquinas y las relaciones de degradación y sometimiento fueran las mismas que las de emancipación y liberación. Viejo problema de la emergencia de la figura del revolucionario o del emancipado. Tal problema se ha sorteado en los movimientos sociales recientes asumiendo de forma categórica el carácter producido de los individuos y, por ello, su consecuente posibilidad de ser modificados. Esto ciertamente permite prácticas interesantes, pero impide esa misma modificación de los individuos, la pone en entredicho, sostengo. Y suponer un espacio intocado de libertad, una potencia pura sin producir que permitiera lo político, hace un flaco favor para los mismos movimientos colectivos que buscaría sostener.

Minuta del 11 de junio de 2014.

Las lecturas que se trabajaron durante la reunión fueron las de Walter Mignolo “La colonialidad: la cara oculta de la modernidad” y Anibal Quijano “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina” y se hizo alusión a algunas categorías que los textos manejaban. La noción de modernidad fue retomaba desde varios aspectos, como el proyecto generador de la categoría de “sujeto”, también como un proyecto en que las artes buscaron una nueva episteme distanciada de la edad media. También se trabajó sobre la colonización que contrajo la modernidad, y cómo es que esta da origen al racismo para justificar la dominación por parte de “los racionales”. La humanidad racionalizada racionalizó el mundo, todo lo vivo –incluso algunos hombres- se volvieron recursos de esta instrumentación y hay así un dominio de la naturaleza. Con esto, la vida humana se vuelve prescindible y una mercancía, todo permeado por la modernidad y el capitalismo.

Se hizo una lectura histórica diferente, que comenzó con el Renacimiento (1500), pasó por 1750 cuando “el corazón de europa” eran el centro del mundo y termina con la faceta norteamericana, en 1945. En el año 2000 hay un cambio de era.

Se analizaron también las nociones de estado, pueblo y nación, dando énfasis en la de pueblo, y se concluyó de primer momento que esta noción implica una unidad de lenguas y una historia, y que no está necesariamente sujeta a un territorio geográfico, como sí lo estaría la nación.

Por último, se revisó lo mesiánico y el mesías, que funcionan como figuras de un “momento que cambia absolutamente el todo”, un acontecer que va acompañado de un cambio necesario y radical, que sin embargo no se está esperando. Para esto, pensamos en autores como Walter Benjamin y religiones como la judía.

 Minuta de Balfer Alberto Navarrete